Autor
Bárbara L. Cuevas Muñiz.1
Raúl Eduardo López Estrada.2
Resumen
El presente trabajo de investigación examina el fenómeno social de la salud en la etapa de la vejez, específicamente en el grupo de mujeres de la tercera edad. El objetivo general es comprender las experiencias del proceso salud/enfermedad/atención de enfermedades crónico-degenerativas en las mujeres de la tercera edad que viven en pobreza urbana en el Área Metropolitana de Monterrey, Nuevo León. El interés de comprender el fenómeno social de la salud, desde la perspectiva de las mujeres de la tercera edad, obedece a dos motivos: el primero es el incremento de mujeres a nivel estatal, nacional e internacional; el segundo, el diagnóstico creciente de enfermedades crónico-degenerativas en la etapa de vejez. Ambos fenómenos se conjugan para generar un escenario de retos para los adultos mayores, especialmente para aquellos que experimentan pobreza, que los hace más susceptibles a inequidades en la salud. El análisis de las experiencias del proceso salud/enfermedad/atención de enfermedades crónico-degenerativas se llevó a cabo empleando el marco interpretativo de la fenomenología, por lo que las estrategias metodológicas empleadas en este estudio tuvieron un enfoque cualitativo. En los hallazgos se encontró que la pobreza experimentada desde la temprana edad por las mujeres fue percibida como un factor que limita el control de las enfermedades crónico-degenerativas, ya que no permite el acceso a un tratamiento personalizado. La atención institucional del sistema de salud público sigue siendo un elemento de soporte en el cuidado y atención de las enfermedades crónico-degenerativas para las personas en pobreza; sin embargo, la escasa información de las entrevistadas acerca de su padecimiento, la falta de medicamentos por parte de la institución del sistema de salud, la creencia en que las prácticas de alimentación y actividad dependen exclusivamente de la mujer y el consumo de medicamentos como estrategia principal del sistema de salud para el control de las enfermedades, continúan generando fragmentación en la práctica médica. Asimismo, se encontró que las experiencias de la salud y enfermedad se experimentan emocionalmente. El estrés juega un papel importante para el desarrollo y cuidado de la enfermedad en las diversas etapas de la vida.
Abstract
This research aims to examine the social phenomenon of health in old age stage, specifically in the group of elderly women. The overall objective is to understand the experiences of the health/disease/care of chronic degenerative diseases in older women living in urban poverty in the metropolitan area of Monterrey, Nuevo León. The interest in understanding the social phenomenon of health, from the perspective of women in the elderly, due to two reasons: the first is the increase in women at state, national and international level and the second growing chronic disease diagnosis -degenerativas at the stage of old age. Both phenomena are combined to generate a scenario of challenges for older adults, especially for those experiencing poverty, which makes them more susceptible to health inequities. The analysis of the experiences of the health/disease/care of chronic degenerative disease process was carried out using the interpretive framework of phenomenology so the methodological strategies employed in this study had a qualitative approach. In the findings it was found that the poverty experienced from an early age for women was perceived as a limiting factor in the control of chronic degenerative diseases that no longer allows access to personalized treatment. Institutional care of the public health system continues to be a support in the care and care for chronic degenerative diseases people in poverty; however, the limited information of the interviewees about your condition, lack of medicines by the institution of the health system, the belief that feeding practices and activity depend exclusively on women and drug use as the main strategy health system for the control of diseases, continue generating fragmentation in medical practice. We also found that the experiences of health and illness are experienced emotionally. Stress plays an important role in the development and care of the disease in the various stages of life paper.
Introducción
La vejez es una etapa de la vida que se caracteriza por cambios biológicos, sociales, económicos y culturales en el individuo (Campos, 2002; Guzmán, Huenchuan y Montes de Oca, 2003; y Ham, 2003). La interacción de estos factores ha llamado la atención de los investigadores sociales y del área de la salud. Entre los temas que destacan, se encuentran el análisis del envejecimiento demográfico, y su repercusión en el grupo de los adultos mayores (CEPAL, 2010; y Holloway, 2012), y la cobertura de los servicios de salud en este grupo de edad (CEPAL, 2008 y Lee, Gutiérrez y Gutiérrez, 2010). Esta temática es de un interés creciente debido a que en fechas recientes se ha reportado un incremento en el desarrollo de las enfermedades crónico-degenerativas (Ham, 2003); por lo tanto, analizar las experiencias del proceso salud/enfermedad/atención de enfermedades crónico-degenerativas permitirá aportar evidencia empírica de investigación que contribuya a mejorar la calidad de vida en la etapa de vejez.
En concordancia con lo que precede, la CEPAL (2009) estima que en el año 2050 el número de adultos mayores representará el 23.4% de la población total en América Latina. En el caso mexicano, actualmente con un envejecimiento moderado3, la población de adultos mayores para el año 2050 constituirá el 26.8% de la población total. En este contexto, estudios como el de Holloway (2012) han destacado el fenómeno de la feminización del envejecimiento, originada por la mayor esperanza de vida en las mujeres. De ahí que el incremento en el número de mujeres mayores genere nuevos retos para cubrir las necesidades de esta población, especialmente en los aspectos de control y desarrollo de las enfermedades propias de la vejez y de las enfermedades crónico-degenerativas.
Enfermedades crónico-degenerativas y vejez
En años recientes se ha registrado a nivel mundial un aumento en el diagnóstico de las enfermedades crónico-degenerativas. Durante el 2008 un total de 36 millones personas fallecieron a consecuencia de estos padecimientos. De esta cifra, el 50% pertenecía al género femenino y el 29% era menor de 60 años de edad (OMS, 2013). En el caso de México, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) indicó que durante el año 2005 este grupo concentró el 17.1% de los ingresos hospitalarios (de este porcentaje, 52.6% pertenecía al género femenino), de los cuales el 50% provenían de enfermedades clasificadas como crónico-degenerativas. Tal es el caso de las enfermedades del sistema circulatorio, sistema urinario, cerebro-vasculares y diabetes mellitus; en tanto, el otro 50% provenía de traumatismos, fracturas y envenenamientos (INEGI, 2013).
Es importante señalar que las enfermedades crónico-degenerativas más frecuentes en la etapa de vejez son: osteoporosis, obesidad, diabetes, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial y enfermedad de Parkinson (Secretaria de Salud, 2007, citado en Gobierno Federal, 2008, p. 47). Por otra parte, en Nuevo León, en el año 2006, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) indicó que el 27.8% de los adultos mayores presentaban hipertensión arterial y el 16% diabetes mellitus del tipo 2. Asimismo, se registró su asociación a otros padecimientos y a un deterioro paulatino de quienes las padecen, observándose que de cada 100 personas diagnosticadas con diabetes, 14 presentan daño de riñón (nefropatía), 10 daño en sistema nervioso (neuropatía), 10 pie diabético y 5 ceguera (ENSANUT, 2006, citado en SEDESOL, 2010, p. 30). Un elemento que caracteriza a estas enfermedades es su vínculo con la pérdida de funcionalidad; esta pérdida conlleva situaciones de estrés y depresión en el adulto mayor (Peralta y otros 2010).
Es importante destacar que en el desarrollo de las enfermedades crónico-degenerativas los recursos económicos y/o materiales toman un papel importante, sobre todo si los adultos mayores deben cubrir sus propios gastos de atención y cuidado, por lo que la pobreza es un factor que limita la atención de los problemas de salud. De ahí que se observe una problemática relacionada con la inequidad en la atención de la salud (CEPAL, 2008).
Condición de pobreza durante la vejez
En el año 2010 el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) reportó que a nivel nacional el 70.6% de los adultos mayores vivían en hogares pobres (INEGI, 2014), en tanto que en ese mismo año el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indicó que el 43% de los adultos mayores vivían en pobreza de moderada a extrema (INAPAM, 2013).
Por otra parte, un estudio realizado en Nuevo León en el año 2006 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), reveló que este no figuraba como un estado con bajo Índice de Desarrollo Urbano y, por lo tanto, se concluyó que existía una estabilidad en el poder adquisitivo de los ciudadanos (Moreno y Urbina, 2008). Sin embargo, un estudio llevado a cabo por López (1998) registró la falta de empleo y desigualdad social en el Área Metropolitana de Monterrey desde la última década del siglo pasado, a pesar de existir una mejor situación en las condiciones de vida de la población. Por lo que no sorprenden los señalamientos de Flores, Treviño y Valero (2008) respecto al incremento en la pobreza urbana, especialmente en la población de los adultos mayores.
La pobreza experimentada por un número importante de adultos mayores lleva implícita una condición de inequidad en el acceso a los servicios de salud, derivada de la falta de recursos económicos o la falta de protección social como consecuencia de trabajar o haber trabajado en sectores informales de la economía. En la actualidad, se tiene registro de aproximadamente dos millones de adultos mayores en México que siguen trabajando en el sector informal, por lo que carecen de protección social que les de acceso a una pensión, además de no beneficiarse del sistema de salud (INAPAM, 2013).
Con base en lo que precede, habiéndose destacado la problemática creciente del envejecimiento demográfico, sobre todo en su tendencia hacia la feminización, el desarrollo progresivo de enfermedades crónico-degenerativas y las condiciones de pobreza de muchas personas de la tercera edad, este trabajo busca responder analíticamente a interrogantes relacionadas con las experiencias en el estado de salud/enfermedad/atención de enfermedades crónico-degenerativas en mujeres de la tercera edad que viven en pobreza en el Área Metropolitana de Monterrey, Nuevo León; pero, además, examinar aquellos factores sociales que tienen mayor incidencia en este proceso.
Método y contenido del trabajo
Con la finalidad de abordar estas interrogantes, se recurrió a una investigación con enfoque cualitativo, a través de entrevistas, para analizar la perspectiva subjetiva de ocho mujeres pobres mayores, con un rango de edad entre 60 y 75 años, habitantes de colonias en pobreza en el Área Metropolitana de Monterrey, N. L. Al respecto, es pertinente mencionar que el proceso salud/enfermedad/atención es una construcción individual en la que el paciente crea su propio padecimiento y establece el tipo de ayuda requerido para el tratamiento de la enfermedad (Sacchi, Hausberger y Pereyra, 2007). De ahí que el enfoque fenomenológico, en donde se “otorga un valor al saber del paciente” (Buchanan, 2012), permita una aproximación metodológica para comprender el punto de vista del individuo y de su enfermedad4(Enríquez, 2011). Para el análisis del proceso de salud/enfermedad/atención, se empleó el marco conceptual de los Determinantes Sociales de la Salud (OMS, 2013), específicamente la parte relativa a los significados subjetivos de los factores sociales clasificados como intermedios (circunstancias materiales, psicológicas, biológicas y/o comportamiento, y el sistema de salud), además de examinar la posición socio-económica de las mujeres que participaron en el estudio.
El contenido de este trabajo está organizado en dos partes. En la primera, relativa a resultados, se hace una descripción contextual de la posición socio-económica de las mujeres que participaron en este estudio. Aquí se abordaron aspectos relativos a: ingreso económico, educación, ocupación, estado civil, lugar de residencia y trayectos vitales y laborales. Asimismo, se incluyeron las trayectorias de la salud, clasificados como determinantes sociales intermedios en el enfoque de los determinantes de la salud, incidiendo en los cuidados de la salud y la atención institucional de la salud. Esta parte termina con una descripción de las experiencias del proceso salud/enfermedad/atención. En la segunda parte, con una intención analítica, se discuten los resultados de la investigación circunscribiendo el examen a: pobreza, educación y ocupación. Luego, se refiere el cuidado de la salud y la atención institucional, concluyendo con la experiencia del proceso salud/enfermedad/atención de las entrevistadas.
Entre las conclusiones principales, se destaca que las emociones juegan un papel importante para el desarrollo y cuidado de la enfermedad en las diversas etapas de la vida. Finalmente, el sistema de salud se percibe limitado por las participantes de este estudio, pero lo consideran substancial para el tratamiento de la enfermedad crónico-degenerativa.
Resultados
Posición socio-económica
Los resultados obtenidos en relacion a la posición socio-económica están organizados a partir de tres elementos conceptuales del Modelo de los Determinantes Sociales de la salud: ingreso, educación y ocupación. Además, para completar el perfil de las entrevistadas, se incluyó el estado civil, lugar de residencia actual y sus trayectos vitales y laborales. Es importante recordar que estos elementos forman parte de los factores sociales intermedios de comportamiento y/o biológicos del modelo, pero se colocan como parte de la posición socioeconómica para no profundizar en temas de género y genética que llevarían a otro tipo de análisis.
Las informantes no poseían un ingreso económico propio, sin embargo la falta de éste no fue un obstáculo para que accedieran al sistema de salud debido al derecho otorgado por sus esposos, padres o hijos; no obstante, ellas mencionaron que la falta de ingresos propios representa una dificultad para controlar su enfermedad crónico-degenerativa, especialmente para acceder a una mejor calidad en la atención de sus padecimientos. Asimismo, todas las mujeres mencionaron sentir inseguridad económica en la actualidad y limitaciones para la adquisición de atención especializada para tratar su enfermedad crónico-degenerativa.
En esta investigación solamente dos mujeres mayores concluyeron estudios de educación técnica. Ellas refieren un mayor control de su enfermedad en comparación con las mujeres que no concluyeron sus estudios de educación básica. Estas últimas mencionaron seguir las recomendaciones del personal de salud para controlar su enfermedad crónico-degenerativa, reconociendo que en ocasiones no comprenden algunas de las indicaciones del personal de salud.
Todas las mujeres refirieron dedicarse al hogar. Esta situación indica claramente el hecho de que no cuentan con un empleo regular remunerado, aunque algunas de las entrevistadas mencionaron desempeñar algunas actividades laborales informales. Derivada de ello es notable la condición de pobreza que padecen y la dependencia económica de sus esposos, padres o hijos. En uno de los casos, en donde la mujer no dispone del apoyo familiar, la ayuda proviene de su red social que incluye a amigos, vecinos, personas que asisten a los comedores comunitarios que ella visita, así como el párroco y familiares cercanos de sus amigos.
En esta investigación se registraron cuatro mujeres casadas, dos viudas, una divorciada y una soltera. En el caso de las casadas, se detectó que la pareja es un apoyo emocional y también, debido a la adscripción del esposo al seguro social, que tienen el derecho al sistema de salud para el tratamiento de su enfermedad. No obstante, a pesar del apoyo emocional del marido, se encontró que el principal soporte económico, humano y material que las mujeres reciben proviene principalmente de las hijas o sobrinas, ya que ellas son las encargadas de acompañarlas a las consultas mensuales en caso de ser necesario o cuando se presenta una urgencia médica. En el caso de las informantes que no cuentan con el apoyo familiar debido a su situación civil, se detectó el gran soporte que reciben de sus redes sociales, tal y como se mencionó en la parte anterior.
Las colonias en donde residen las entrevistadas corresponden a sectores de bajos ingresos. Esta situación tiene dos implicaciones mayores: por una parte, la distancia a la clínica del seguro social más cercana dificulta el traslado para asistir cada mes al tratamiento y control de su enfermedad, circunstancia que también impacta el gasto para el transporte. Por otra parte, la distancia entre los hogares y las tiendas de auto-servicio para la compra de alimentos también genera un costo alto del tranporte; además, algunas entrevistadas manifestaron que en estas tiendas la calidad de los alimentos es mala y con poca variedad, lo que indudablemente afecta el tratamiento de sus enfermedades. Es importante mencionar que, a pesar de que las colonias de residencia cuentan con los servicios básicos, dos informantes manifestaron falta de drenaje en su casa, lo que evidentemente constituye un factor de riesgo para la salud.
Se detectó que siete de las mujeres se trasladaron con su familia al Área Metropolitana de Monterrey, cuando eran niñas o jóvenes, buscando una mejor calidad de vida. Entre estos casos, dos informantes mencionaron dejar su lugar de origen por la pobreza familiar. La falta de trabajo en sus comunidades rurales hizo que sus padres buscaran oportunidades laborales, de ahí que ellas dejaran la escuela cuando eran niñas y comenzaran a trabajar de manera informal limpiando casas. En este contexto, las condiciones laborales no fueron propicias para obtener seguridad social desde temprana edad, negando al mismo tiempo la posibilidad por derecho de acceder a la equidad en la salud y educación.
En este estudio, seis de las ocho mujeres entrevistadas no concluyeron sus estudios de educación básica; en tanto, dos concluyeron estudios técnicos y tuvieron la oportunidad de ingresar a un trabajo formal. Tal y como se mencionó anteriormente, dos de las seis informantes se dedicaron a limpiar casas durante su niñez, actividad que dejaron al momento de casarse (entre los 15 y 19 años). Actualmente, ambas se dedican al hogar, aunque una de ellas recolecta artículos desechables para su venta. El resto de las entrevistadas mencionaron que durante su niñez no trabajaron, solo participaban en las labores del hogar, pero comenzaron a trabajar de forma informal después de que se casaron para contribuír con los gastos del hogar. Las mujeres mayores mencionan que el trabajo informal desempeñado en su vida productiva no era más importante que atender a su familia, considerando la posibilidad de abandonarlo si limitaba sus funciones en el hogar.
Los trayectos de la salud
Todas las mujeres mencionaron padecer enfermedades durante la niñez, situación que en muchas ocasiones atendieron con el uso de hierbas curativas proporcionadas por la familia por la falta de dinero o de una clínica de salud. Una particularidad detectada es que las mujeres que formaron una familia mencionaron que las enfermedades que padecieron mientras cuidaban a sus hijos no eran tan graves. Ante este hecho, Sacchi, Hausberger y Pereyra (2007) sugieren que el padecimiento se construye de acuerdo a las necesidades de actividad de una persona. En este caso, si las mujeres cuidaban de una familia, es posible que los signos y síntomas de las enfermedades se vieran disminuidos por la necesidad de atender a la familia. No obstante esta afirmación de los autores citados, es muy probable que las enfermedades crónico-degenerativas que en la actualidad padecen las entrevistadas, se gestaran sin una manifestación perceptible durante todo el trayecto de su vida.
El sistema de salud público mexicano ofrece la atención primaria para prevenir el desarrollo de enfermedades crónico-degenerativas en la población y, en caso de haber desarrollado la enfermedad, el sistema brinda consultas mensuales para el control de los padecimientos (Secretaría de Salud, 2009). Las ocho mujeres entrevistadas refieren asistir a las consultas mensuales, en las que el médico prescribe como tratamiento principal medicamentos, así como recomendaciones de alimentación y actividad física. Los medicamentos son entregados en la farmacia de la clínica. En caso de que en ésta no cuente con ellos, las informantes recurren a sus redes de apoyo, primordialmente la familia, para adquirirlos, ya sea por medio de compra o intercambio.
En cuanto al tratamiento a través de la alimentación, todas las informantes mencionaron que consiguen con dificultad los alimentos recomendados por el médico debido a la distancia de las tiendas de auto-servicio o al escaso recurso económico. En muchas ocasiones las entrevistadas consumen únicamente lo que sus familiares, amigos, vecinos, y otras redes de apoyo les ofrecen. Por lo que respecta a la actividad física, las mujeres manifestaron realizar solo sus actividades de la vida diaria, sin embargo fue notable en sus aseveraciones que el ejercicio no es una prioridad y que con los años éste ha disminuido. En cuanto al tiempo de descanso, indicaron no tener problemas de insomnio o la existencia de alguna situación que les impida conciliar el sueño, lo que da cuenta de que la principal estrategia de control de la enfermedad es el consumo de medicamentos.
En los resultados relativos a la atención institucional se incluye información respecto a la atención del personal de salud en el diagnóstico, tratamiento y costo de la enfermedad. En la primera, cinco informantes mencionaron que cuando se les diagnosticó su enfermedad el médico general fue amable en su trato, pero no les explicó en qué consistía. En contraposición, tres de las mujeres señalan que el personal de salud no fue amable cuando fueron diagnosticadas, ni tampoco en las visitas mensuales de control. Por esta razón, desconfían de los medicamentos proporcionados por el médico general. Una de estas mujeres mayores optó por consultar a un médico del sistema de salud privado para controlar su enfermedad crónico-degenerativa.
En cuanto al tratamiento y costo de la enfermedad, las mujeres mencionan que no se preocupan porque la farmacia de la clínica a la que asisten proporciona medicamentos de manera gratuita, y en caso de no conseguirlos en ese lugar los adquieren a través de sus redes de apoyo. Es importante destacar que las informantes mencionaron lo que se debe mejorar en la atención institucional del sistema de salud público. Ellas sugieren evitar la prescripción de medicamentos para el control de una segunda enfermedad crónico-degenerativa sin el diagnóstico de la misma. Esta situación se presentó en dos mujeres. Ante este escenario, las entrevistadas evitan consumir muchos medicamentos recetados porque consideran que no deben ser preventivos de las enfermedades crónico-degenerativas secundarias, sino curativos.
La experiencia del proceso salud/enfermedad/atención
El significado de la salud para las mujeres de la tercera edad fue relacionado principalmente con el estado físico. Para ellas estar sano es estar activo. En tanto, el significado de la enfermedad fue relacionado con estados emocionales vinculados con la depresión y la tristeza. En concordancia, se detectó que existen diferencias significativas en el proceso salud/enfermedad/atención cuando se cuenta con el apoyo familiar, debido a que seis de las ocho mujeres presentaron una mayor estabilidad económica y emocional durante los padecimientos por su cercanía a los hijos, en comparación con aquellas que no tenían este apoyo por ser solteras o porque los hijos no estaban cerca de ellas.
Un aspecto importante en el proceso salud/enfermedad/atención es lo que Sacchi, Hausberger y Pereyra (2007) mencionan acerca del tratamiento de la enfermedad y su relación con la construcción del padecimiento. En este sentido, cinco mujeres mayores indicaron consumir los medicamentos proporcionados por el médico y tres de ellas no los consumen por considerar que no afectan el desarrollo de la enfermedad, en parte porque el médico no informó acerca del origen del padecimiento, y por no presentar una mejoría con el medicamento proporcionado por el sistema de salud. En la información obtenida se destacó que seis informantes mencionaron que el origen de su enfermedad se relaciona con la presión emocional que experimentaron en algún momento de su vida.
DISCUSIÓN
Pobreza, educación y ocupación
El problema de la pobreza es mundial, sin embargo hay países en donde ésta adquiere dimensiones dramáticas. En el caso mexicano, en donde muchas mujeres de la tercera edad viven en condiciones precarias, las condiciones de su salud son complejas. Derivan de trayectos vitales combinados con factores sociales y económicos que inciden en el proceso de salud/enfermedad/atención. De ahí que las entrevistadas, respecto a su condición de pobreza, manifiesten inseguridad económica y limitaciones para la atención especializada de su enfermedad relacionada a su nivel de educación, ocupación y pensiones, pero también al contexto social en el que se desenvuelven (lugar de residencia, acceso a alimentos y a servicios de salud) (WHO, 2007).
Es importante destacar que los factores estructurales en la base del sistema de mercado son producto del desarrollo socio-histórico de cada país. En su definición, se insiste en que estos refieren “al conjunto de condiciones políticas, operativas de organización o normativas que limitan o permiten el ejercicio de la actividad institucional” (Flores, 2003). En el caso de América Latina, específicamente en México, estos factores han favorecido la apropiación desigual de la riqueza, lo que ha generado relaciones sociales de exclusión, pobreza y desigualdad. En esta situación, la educación, empleo y pensiones, como mediaciones propias del sistema capitalista, influyeron para que muchas personas de la tercera edad no acumularan un capital personal durante sus trayectos vitales que les permitiera alcanzar mejores condiciones de salud y así disminuir el impacto de las enfermedades crónico-degenerativas a las cuales alude este estudio.
En este sentido, los resultados han sido claros y han mostrado cómo el origen de algunas de las entrevistadas y sus condiciones socioecómicas influyeron en su educación, la migración y el acceso al trabajo informal, en tanto que otras tuvieron mejores oportunidades para educarse, situación que las ha hecho más receptivas a los tratamientos de salud, tal y como fue señalado por Álvarez (2009) en relación al área geográfica y su influencia en la atención de la enfermedad. Por consiguiente, es posible afirmar que los trayectos de vida tienen gran importancia en el impacto de la salud en la etapas tardías de la vida, como lo propone la Comisión de los Determinantes Sociales de la Salud (WHO, 2007). De tal forma que examinar los factores sociales que influyen en los trayectos de vida es indispensable para la comprensión del proceso salud/enfermedad/atención.
Uno de los resultados de esta investigación muestra la influencia de la educación en la salud, lo que se ejemplifica con el caso de las dos mujeres que concluyeron estudios de educación técnica y que, debido a ello, tienen un mayor control de su enfermedad en comparación con las mujeres con poca escolaridad. Éstas últimas refirieron que en ocasiones no comprenden algunas de las indicaciones del personal de salud. La comprensión de la enfermedad es importante para mantener un control adecuado del tratamiento (Paulino y Thouyaret, 2006). De ahí que en el tratamiento de enfermedades crónico-degenerativas en que las pacientes manifiestan baja escolaridad, se hace necesaria la asistencia de familiares, redes sociales y personal de instituciones como un factor imprescindible para la atención de salud. Este es un punto importante para la atención integral de padecimientos de personas de la tercera edad ante las dificultades del sistema de salud público en México. Los tratamientos deberán apoyarse cada vez más en la familia.
Finalmente, el hecho de que actualmente las entrevistadas se dediquen al hogar hace suponer que no disponen de un ingreso propio y que dependan de su esposo o hijos. Sin que esto signifique un aspecto negativo, la dependencia económica provoca una inseguridad y limitaciones para el tratamiento de su enfermedad. Asimismo, las mujeres solas cuentan con una red de apoyo social que traspasa el aspecto familiar y tienden a generar una mayor y mejor integración social, tal y como ha sido señalado por Duran y otros (2007). A este respecto, Aranda y Pando (2009) indican la importancia de las redes, subrayando que la interacción con otros se convierte en un factor protector en el desarrollo de enfermedades, debido a que la persona aumenta su capacidad cognitiva, su calidad de vida y su autonomía, trayendo como resultado una mayor independencia y auto-concepto.
El cuidado de la salud y la atención institucional
En la actualidad, los registros oficiales (INEGI, 2013; SEDESOL, 2010) indican la evolución de la transición epidemiologica caracterizada por el aumento de las enfermedades crónico-degenerativas, sobre todo en edades avanzadas en que los problemas más comunes son hipertensión arterial, obesidad, diabetes mellitus tipo dos, hipercolesterolemia y algunas enfermedades renales. Por consiguiente, esta información destaca que en los próximos años habrá un aumento significativo de personas en la tercera edad con padecimientos como los indicados anteriormente. A este respecto, Shamah-Levy y otros (2008) señalan la dificultad en la adquisición de alimentos por parte del adulto mayor para el control de la enfermedad crónico-degenerativa. Además, este autor señala que el 40% de ellos reciben ayuda alimentaria; no obstante, los programas de apoyo social no están focalizados en cubrir las necesidades alimentarias de la población mayor, por lo que indican que estos programas deben garantizar la satisfacción de los requerimientos nutricionales.
Otro de los problemas señalados por las informantes es la frecuencia de la actividad física. En esta investigación se confirma la observación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2010) respecto de que la mayoría de las personas de edad avanzada reduce paulatinamente su actividad física, asociando esta situación con un bajo estado de salud auto-percibido. Ante esta situación, y considerando los niveles de pobreza actuales, es necesario construir la salud desde las edades tempranas de los individuos y prever de esta manera posibles crisis en el sistema de salud del país.
En relación a la atención institucional, se concluye que el personal del sistema de salud es de gran importancia para el control de la enfermedad, como lo señalan Paulino y Thouyaret (2006), quienes mencionan que la relación médico-paciente positiva es un elemento de importancia para disminuir la fragmentación en la práctica médica. De ahí que la información proporcionada por las mujeres respecto a la atención por parte del personal de salud indica una necesidad cada vez mayor de especialistas para la atención de la salud y la enfermedad de los adultos mayores en el sistema de salud público (Lee, Gutiérrez y Gutiérrez, 2010). Asimismo, es importante mencionar que en la atención institucional y ante situaciones vinculadas con el grado de educación de las pacientes, la participación familiar y las redes sociales deberán jugar un papel significativo en el futuro, dada la transición demográfica y epidemiológica (Guzmán, Huenchuan y Montes de Oca, 2003). Finalmente, en la experiencia del proceso salud/enfermedad/atención, los significados acerca de la salud y la enfermedad se relacionan con múltiples causas y aspectos emocionales (Pasarín, 2011; Menéndez, 1992). Un aspecto que destaca en los estados emocionales es la atención que los hijos brindan a las mujeres mayores. A este respecto, Aranda y Pando (2009) manifiestan que las redes de apoyo formadas alrededor del adulto mayor proporcionan bienestar social. A partir de los resultados y las adquisiciones teóricas derivadas, es posible asumir que el apoyo familiar y de las redes sociales son elementos importantes para el mantenimiento de la salud, tanto física como emocional. En suma, la situación de pobreza de las participantes en esta investigación es una limitante para el tratamiento de su enfermedad. En este aspecto, se confirma lo que menciona Castro (2000) acerca de los desafíos que enfrentan los grupos poblacionales con carencias económicas, materiales y humanas para satisfacer sus necesidades básicas de salud.
Conclusiones
La situación de pobreza experimentada por las mujeres de este estudio fue percibida como un factor que limita el control de las enfermedades crónico-degenerativas, ya que no permite el acceso a un tratamiento personalizado. Es importante destacar que esta condición de pobreza fue experimentada desde edades tempranas de la vida, influyendo en el desarrollo paulatino del padecimiento.
Las limitaciones en el ingreso económico, el nivel de educación, el estado civil y el lugar de nacimiento en zonas rurales fueron las principales condiciones socio-económicas que jugaron un papel importante en el desarrollo de las enfermedades en las mujeres que participaron en esta investigación. Estos factores generaron una exposición diferencial caracterizada por la falta de acceso al sistema de salud desde etapas tempranas de la vida, limitaciones para laborar formalmente con acceso a la seguridad social y a un ingreso propio, entre otros, dando lugar a factores de riesgo que comprometieron su estado de salud.
Aunada a la condición de pobreza, la baja escolaridad en etapas avanzadas de la vida impide la comprensión de la enfermedad, sus implicaciones y las indicaciones de los trabajadores de la salud. De ahí que se haga necesaria la asistencia de familiares, redes sociales y personal de instituciones como un factor imprescindible para la atención integral de padecimientos de personas de la tercera edad.
La principal estrategia recomendada por parte del sistema de salud para el control de las enfermedades, es el consumo de medicamentos, una alimentación equilibrada y la práctica de actividad física. A pesar de ello, el personal de salud da mayor importancia al uso de medicamentos para el tratamiento de la enfermedad, aunado a que la pobreza experimentada por las informantes limita el seguimiento del plan de alimentación recomendado.
La atención institucional del sistema de salud público sigue siendo un elemento de soporte en el cuidado y atención de las enfermedades crónico-degenerativas para las personas en pobreza, sin embargo la escasa información de las entrevistadas acerca de su padecimiento, la falta de medicamentos por parte de la institución del sistema de salud y la creencia en que las practicas de alimentación y actividad dependen exclusivamente de la mujer, continuan generando fragmentación en la práctica médica.
A través de este estudio se detectó que los principales sentimientos manifestados por las informantes en el proceso salud/enfermedad/atención de enfermedades crónico-degenerativas fueron asociados con estados emocionales; a este respecto, se detectó que las redes sociales constituidas por la familia y vecinos son un apoyo económico, pero sobre todo emocional, que influye en la atención y el cuidado de la salud.
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- MTS en Ciencias. Estudiante de Doctorado en Trabajo Social y Políticas Comparadas en Bienestar Social. Facultad de Trabajo Social, Universidad Autónoma de Nuevo león, México.
- Ph.D. en Antropología. Profesor de Tiempo Completo Facultad de Trabajo Social, Universidad Autónoma de Nuevo león, México.
- En México el índice de envejecimiento está entre el 20 y el 32%, y la tasa global de fecundidad entre 3 y 2.3 hijos por mujer, definiéndose como un envejecimiento moderado (CEPAL, 2009).
- Las enfermedades con las que fueron diagnosticadas las informantes fueron: diabetes mellitus, hipertensión arterial e hipercolesterolemia, con un tiempo de diagnostico de más de 5 años y menos de 15 años de antigüedad.