Artículo Cuaderno de Trabajo Social, n.º 6, 2014

Construcción de roles de género en familias homoparentales de la Región Metropolitana: una aproximación desde el Trabajo Social a los discursos elaborados de hombres gays

Autor(es)

Jocelyn Pérez Araya

Secciones

Sobre los autores

Autor

Jocelyn Pérez Araya.1

Resumen

Se realizó un estudio cualitativo exploratorio-descriptivo, enfocado a analizar a través de los discursos de hombres gays cuál era su percepción sobre la construcción de roles de género al interior de sus familias. Se realizaron entrevistas en profundidad a siete familias, dos familias con hijos y cinco familias sin hijos.

Los resultados fueron triangulados con una matriz de análisis de información (enfocada en categorías: dinámica familiar, ciclo vital familiar, roles tradicionales según género, de-construcción y re-construcción de roles tradicionales según género, y finalmente adaptación social y cultural), el marco teórico y los objetivos de la investigación.

Se destaca que las familias homoparentales no necesariamente deben de-construir roles de género al interior de sus familias, ya que debido a la discriminación y la heteronormatividad imperante en la sociedad machista chilena, estas familias diversas consideran mejor opción adaptarse a la sociedad que ir en contra del sistema. Sin embargo, se reconoce un discurso y un anhelo de querer cambiar los roles de género establecidos por la sociedad y la cultura dentro de sus hogares, lo que en definitiva no siempre llega a materializarse, ya que los roles de género son intrínsecos en cada persona y se encuentran muy arraigados. Si se manifiestan intenciones y mayor tolerancia dentro de sus familias frente a la gama de diversidades familiares, sus discursos resultan muy relevantes dentro del actual marco legal y frente a los cambios requeridos para la reivindicación de Derechos Humanos de la población LGBTI chilena.

Abstract

An exploratory descriptive qualitative study focused on analyzing through speeches gay men, what was your perception about building Gender roles within their families was conducted. Seven families, two families with children and childless five families in-depth interviews were conducted.

The results were triangulated with a matrix analysis (focused on categories: family dynamics, family life cycle, traditional roles according to gender, de-construction and re-construction of traditional roles by gender and finally social and cultural adaptation), the frame theoretical and research objectives.

It is noted that homo families need not deconstruct gender roles within their families as a result of discrimination and the prevailing heteronormativity in Chilean macho society, these various families I consider best choice adapt to society to go against the system. However, a speech and a longing of wanting to change gender roles set by society and culture, within their homes, which ultimately fails to materialize not always recognized because gender roles are inherent in each person, and are very strong. If intentions and greater tolerance within their families from the range of family diversity, his speeches are very relevant within the current legal framework and address the changes required to the claim of the Chilean Human Rights LGBTI population manifest.

Antecedentes

La homosexualidad en nuestra cultura se define como un fenómeno social, que representa una diversidad de caracteres y sujetos dependiendo de la orientación sexual, la identidad de género y el sexo propiamente tal. Sin embargo, para este estudio nos enfocaremos principalmente en la familia homoparental de hombres gays que se define como:

“Relación estable entre dos personas del mismo sexo que tienen hijos por intercambios heterosexuales de uno o ambos miembros de la pareja, por adopción y/o procreación asistida. Reivindica una sexualidad no procreadora entre la pareja, a diferencia de lo que ocurre en las demás configuraciones familiares; sus relaciones no son de reproducción, pero no excluye su capacidad o disponibilidad para ejercer la parentalidad” (Quintero A., 2007: PP. 64).

El movimiento de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans-sexual/género e Intersexuales conocido como movimiento LGBTI a nivel global, tiene su origen en la Antigua Grecia, donde existen escritos que hablan de un amor entre hombres.

En la segunda mitad del siglo XIX la sodomía era considerada un delito en la mayoría de los países occidentales y sus colonias, ya que se consideraba que el hombre y la mujer fueron hechos para procrear, no dejando espacio a la sexualidad y al placer del acto en sí mismo, reprimiendo ese espacio personal que tienen los seres humanos.

En el año 1935, en el Holocausto2, existió una persecución feroz en contra de esta comunidad, sobre la base de la idea de que la homosexualidad era incompatible con la ideología nacionalsocialista, principalmente porque atentaba contra la procreación y, por tanto, no se perpetuaba la raza aria. A los homosexuales se les marcaba con un triángulo invertido de color rosado en los campos de concentración nazi. Las estimaciones de homosexuales muertos en campos de concentración varían desde los 45.000 a las 600.000 personas. Fueron arrestadas unas 100.000 personas de los que 50.000 fueron sentenciadas a penas de prisión; se desconoce el número de personas enviadas a hospitales psiquiátricos. Cientos de homosexuales fueron castrados por orden judicial. Sin duda, todas estas situaciones que se vivenciaron están plenamente relacionadas con la dominación del cuerpo de una manera fáctica, asimismo se puede observar la soberanía que se tenía sobre el poder de elegir el derecho a la vida y a la muerte.

Tras lo anterior nace el movimiento de liberación LGBTI, el 28 Junio de 1969. Con los disturbios de “Stonewall Inn” surgieron una serie de manifestaciones espontáneas y violentas contra una redada policial que tuvo lugar en ese bar. Esa noche apareció pintado por primera vez en los muros del Village: Gay Power (Poder Gay). En relación a todas estas formas de represión y terrorismo de estado vivido por este grupo de personas, se podría decir que surge este “nuevo movimiento” caracterizado por la identidad, pues “la necesidad de identificaciones colectivas nunca va desaparecer, ya que es constitutiva del modo de existencia de los seres humanos.” (Mouffe C., 2007: PP. 35); se vindica una lucha de derechos y la toma de conciencia con respecto a los adversarios. “Lo que constituye un movimiento societal es verdaderamente la asociación de un llamamiento moral y un conflicto directamente social, es decir, que opone un actor socialmente definido a otro”  (Touraine A., 1996: PP. 108).

La aparición del VIH/SIDA o la “peste rosa” a finales de los setenta y principio de los ochenta es otro hito en la historia del movimiento LGBTI, ya que esta enfermedad se asoció principalmente con gays y hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH).

En Chile el movimiento LGBTI comienza en el año 1973 con la Marcha de las Travestis por la Plaza de Armas de Santiago, la primera visibilización de la comunidad trans. En la década de los ochenta se crea la agrupación lésbica Ayuquelén, el colectivo artístico Las yeguas del apocalipsis y la Corporación Chilena de Prevención del SIDA (actualmente ACCIONGAY), exactamente en el año 1987. Esta fue la primera ONG que consideró la temática LGBTI, pero desde un punto de vista de salud enfocado a la prevención del VIH/SIDA. En el año 1991 surge el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (MOVILH); en 1995 surge el centro Lambda Chile y en 1997 se crea COORNAVIH (actual Vivo Positivo). En el año 2000 surge el Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS) y comienza a tomar fuerza el movimiento LGBTI.

En nuestra sociedad chilena, no se ha materializado un mayor avance en cuanto a aceptación de la comunidad LGBTI. Recientemente, en el año 2012, se aprobó la Ley Antidiscriminación, con un gran revuelo mediático, exclusivamente debido a la trágica muerte que tuvo un joven chileno en manos de neo-nazis. Este hecho fue el que causó que esta Ley tuviera carácter de urgente, muy por debajo de lo que las organizaciones pedían hace años a la autoridad chilena. Se logra reconocer que estamos a años luz de legislar sobre un matrimonio igualitario, lo que en otros países latinoamericanos ya ocurrió, como en Argentina y Brasil. Las familias homoparentales se deben estudiar como lo que necesariamente son, una familia diversa3, como otra de las tantas emergentes, pero eso sí, concibiendo todas las problemáticas y singularidades que esto conlleva, tomando en consideración sus demandas y necesidades.

Las Familias homoparentales de hombres gays

Sylvia Yanagisako, en un artículo de investigación realizado en el año 1979, plantea que la reproducción no es la función principal de la familia, asumiendo que existe la creencia colectiva de que la reproducción, es decir, la provisión personal para ocupar posiciones sociales necesarias para la perpetuación del orden social, es la actividad primaria del dominio doméstico. “La estructura de una familia, hogar o cualquier unidad social no es meramente la suma de sus lazos genealógicos, sino la configuración total de las relaciones sociales existentes entre sus miembros” (Yanagisako, 1979: PP. 189).

El fenómeno de las familias homoparentales ha reivindicado de alguna forma las uniones libres, y conforme a ello han tenido que desenvolverse sin los marcos tradicionales del matrimonio. Según Kath Weston, existe un discurso sobre las familias homoparentales que cuestiona los supuestos procreativos de la sociedad hegemónica del parentesco. “A través de la cooperación en arreglos alternativos de inseminación y coparentalidad, lesbianas y gays han desafiado la centralidad de las relaciones heterosexuales y del modelo de paternidad de dos personas de géneros ¢opuestos¢, en las relaciones de parentesco” (Weston, 1991: PP. 19).

La familia es considerada como una institución flexible y resistente al tiempo y a los cambios socio-culturales. En este marco, pueden ir generándose, a su vez, nuevas propuestas de familias.

“´Familia´ es una palabra con muchos ecos, que abarca una variedad de significados sociales, culturales, económicos, y simbólicos. En las discusiones sobre políticas sociales, sin embargo, se la usa convencionalmente para denotar las relaciones que involucran el cuidado de niños. Es sorprendente, por lo tanto, que el término sea de uso común entre personas que se autoidentifican como no-heterosexuales para denotar algo más amplio: un círculo basado en la afinidad, que puede o no involucrar niños, portador de un significado cultural y simbólico para los sujetos que participan de él, o que en él y a través de él alcanzan un sentido de pertenencia” (Weeks, 2000: PP. 216).

Es así que la sexualidad procreativa es la sexualidad permitida por la sociedad, aislando de manera definitiva a la homosexualidad, impidiendo que forme vínculos de parentesco.

“Afirmar que en las personas heterosexuales el acceso a la familia se da de manera ¢natural¢, mientras las personas homosexuales están destinadas a un futuro de aislamiento y soledad, es no solo atar el parentesco a la procreación, sino también tratar a gays y lesbianas como miembros de una especie no procreadora separada del resto de la humanidad” (Weston, 1991: PP. 22-23).

Según este autor, tampoco este discurso escapa mucho de lo que piensa gran parte de la población LGBTI, ya que al asumir su orientación sexual deben de alguna forma renunciar al derecho a la familia; esto cobra un doble sentido, ya que, por un lado, deben renunciar a su familia de origen cuando esta familia no reconoce ni apoya su orientación sexual; por otro lado, también deben renunciar a concebir su propia familia, ya que no existen posibilidades de poder casarse y tener hijos.

Weston (1991) expresa que las personas que mantienen relaciones afectivas con otras personas del mismo sexo logran reivindicar las identidades sexuales no procreativas, construyendo lazos familiares propios sin necesariamente recurrir a la inclusión en instituciones como el matrimonio o prácticas como la crianza de hijos. De esta forma, estas familias homoparentales inician una negociación de las prácticas y significados del parentesco desde el interior de las mismas sociedades en que se ha acuñado el concepto.

Según Anne Cadoret (2002), se pueden identificar cuatro formas para que una pareja homosexual tenga hijos: la recomposición familiar (donde uno de los miembros de la pareja aporta hijos a la relación provenientes de relaciones heterosexuales anteriores), la coparentalidad (acuerdo de parejas de gays y parejas de lesbianas para procrear hijos), la adopción y la procreación asistida (inseminación artificial, vientre de alquiler). De esta manera, se quiebra la contradicción de relación homosexual no procreativa, ya que se forman familias a pesar de la normativa imperante y la heterosexualidad predominante.

Deconstrucción de roles de género al interior de la familia

Con referencia al enfoque de género en las familias homoparentales, es imprescindible definir qué “género”. Según Ángela María Quintero, el género es una:

“Construcción cultural y social para revisar críticamente la identidad de hombres y mujeres, que es diferente y cambiante de acuerdo con la época y el contexto histórico, económico y político. Analiza las relaciones entre varones y mujeres, enraizadas históricamente, evidenciadas en roles, comportamientos, valores, gustos, temores, rasgos de personalidad, red de creencias, actitudes, conductas, autovaloraciones y posiciones, todo lo cual se va incorporando a través de la socialización temprana como pautas de crianza en el ámbito familiar y termina internalizado como prácticas sociales, produciendo entre los géneros femenino y masculino diferencias culturales”. (Quintero A., 2007: PP. 71).

De acuerdo a la definición anterior, es que se desprende que el género varía dependiendo de la cultura; la sociedad chilena se caracteriza por ser machista, lo que evidencia una degradación e intolerancia a la población homosexual existente, ya que esta conducta se asocia a lo femenino, y se critica duramente por no comportarse de la manera que espera la sociedad, como “masculino”.

Judith Butler (1990) define el género como una consecuencia del sistema coercitivo que se adueña de los valores culturales de los sexos, al punto de que no es posible ejercer el género de manera libre, ya que la sociedad orilla a las personas a la heterosexualidad representando castigos y violencia al que no esté de acuerdo con aquello. Para Judith Butler, la homosexualidad se interpreta como una conducta contagiosa y ofensiva, lo que tiene directa relación con la aparición del VIH/SIDA a finales de los setenta, llamada “Peste Rosa” por los periodistas de la época debido a que los primeros casos comprobados fueron de personas que pertenecían al Movimiento LGBTI. Es debido a esto que culturalmente se piensa una persona gay o lesbiana como foco de contagio. Pero Butler va más allá de esto: afirma que a la sociedad en general no le conviene que la homosexualidad masculina se masifique, ya que pone en riesgo la masculinidad y la estabilidad del sistema de géneros. Amenaza con destrozar la cohesión social entre hombres y desencadenaría una separación de la homosociabilidad que permite el surgimiento de la sociedad entre varones. Es debido a esto que el sistema controla al sujeto homosexual a través de la culpa y el miedo. Sin embargo, esta prohibición también logra seducir a esta población según la autora, ya que a la vez que rechaza, también consiente el deseo de lo prohibido simultáneamente.

Los roles de género son acciones y comportamientos aprendidos por la sociedad en cada cultura, donde los miembros se condicionan para percibir lo femenino y masculino relacionado con ciertas actividades y responsabilidades. Estas percepciones se pueden ver afectadas por la edad, la raza, la clase social, la etnia, la religión, etcétera; y también por el medio geográfico, económico y político. Al mismo tiempo que ocurren cambios socioculturales también pueden ocurrir cambios sistemáticos en los roles de género, y estos pueden ser flexibles y rígidos, complementarios o conflictivos, semejantes o diferentes.

Patricia Herrera (2000) plantea que existen roles establecidos culturalmente tanto para los hombres como para las mujeres. Así, se espera un desempeño intachable y protector de parte de la mujer, como también se espera que el hombre sea el productor y no exprese sus emociones.

“La diferenciación entre los sexos se conoce como rol de género, considerándose el género aquella categoría en la que se agrupan todos los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la femeneidad-masculinidad, y que es producto de un proceso histórico de construcción social” (Bustos O., 1994: PP. 406).

Se diferencian de manera definitiva género y sexo: el género abarca características sociales, económicas, políticas, psicológicas y jurídicas; en cambio el sexo solo abarca las características anatómicas y biológicas.

Patricia Herrera, por su lado, formula una propuesta: existen tres elementos básicos para poder comprender el género: la asignación de género (este se da al momento del nacimiento del bebé, otorgado por los órganos genitales), la identidad de género (tiene que ver con los aspectos psicológicos y biológicos que se constituyen durante los primeros años de vida) y finalmente los roles de género (se define como el conjunto de normas establecidas socialmente para cada sexo).

La Familia se establece como un lugar primario, donde los individuos pueden socializar y  aprenden por primera vez un sistema de normas y valores. Según Herrera (2000), la familia estimula desde temprana edad la diferenciación de estos valores y normas entre ambos sexos, estableciéndose de esta forma la identidad como un rol de género. La familia refuerza esta diferenciación genérica, otorgándoles actividades diferentes a hombres y mujeres. La asignación de un rol de género va más allá de una significación social de forma abstracta, porque interfiere en la vida cotidiana, en las pautas de interrelación familiar y en la dinámica interna de la familia, afectando de manera irremediable el funcionamiento de la salud familiar.

Según Marcelo Robaldo (2011), las parejas homosexuales logran formar familias a partir de una matriz distinta a la heterosexual y, por ende, fuera de la heteronormatividad. Sin embargo, en el inconsciente colectivo, y desde una perspectiva epistemológica, en América Latina existe una perspectiva de género que plantea  la ausencia del padre como un elemento histórico en el principal órgano de las relaciones de género, determinando la relación “huacho-madre” (Salazar G., 1990). Desde la heteronormatividad epistemológica, el parentesco se funda en la procreación y la persona adquiere una identidad de género a partir de la complementariedad de los sexos opuestos de sus tutores, necesitando lo femenino y lo masculino para desarrollarse.

La deconstrucción, según Derrida (1971), permite romper con las contradicciones entre el pensamiento filosófico y el lenguaje humano, situando a la escritura como la expresión fundamental e instrumental de la comunicación. El pedestal de la comunicación se define como propiedad en el habla y el habla a su vez es diversa, abierta, más libre y menos sujeta a la norma. El habla es acción, comunicación, mientras la escritura es solo un campo virtual de representación. Desde Derrida se puede sostener que las familias homoparentales deconstruyen los roles de género impuestos por la sociedad para criar a sus hijos, estableciendo un discurso nuevo, utilizando la comunicación como parte fundamental de transmisión del mensaje.

Patrón heteronormativo: discriminación en Chile

La discriminación es un problema social muy serio en la actualidad. Impide a las personas ejercer sus Derechos Humanos de forma plena y libre.

“La Discriminación es entendida en nuestro país como toda forma injustificada de distinción, exclusión, restricción o preferencia que prive, perturbe, amenace o menoscabe el ejercicio de los derechos establecidos en la Constitución Política de la República y en la Ley, así como en los textos internacionales ratificados por Chile, como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos” (MOVILH, 2009: PP. 14).

Dada esta definición, es que se establece que ningún tipo de discriminación arbitraria debe ser aceptada, lo que no ocurre en la mayoría de las sociedades en las que se discrimina por raza, etnia, nacionalidad, situación socioeconómica, lugar de residencia, idioma, ideología, opinión política, sexo, estado civil, edad, apariencia personal, enfermedad, discapacidad, género, orientación sexual, etcétera. Existen diversos motivos por los cuales se discrimina, sin embargo, para efectos de esta investigación, utilizaremos el concepto de homofobia para referirnos a la discriminación efectuada en contra de las personas LGBTI.

Según Marta Lamas (1995), “la discriminación de tratar a las personas dependiendo de su sexo niega procesos identificatorios básicos del sujeto, ya que desconoce y no comprende cómo se establece culturalmente la identidad de género y cómo se estructura psíquicamente la identidad sexual” (Lamas M., 1995: PP. 61). En la identidad del sujeto se articulan subjetividad y cultura, es decir, en ella se encuentran presentes los estereotipos culturales del género y las heridas psíquicas (conflictos emocionales, historias personales, vivencias relativas a ubicación social). La cultura es capaz de instalar una lógica de género en la percepción y conciencia de los individuos, lo que conduce a estigmatizar a las mujeres que tienen una conducta sexual libre y activa, asimilándose a la conducta masculina, y por otra parte reprimir y discriminar a las personas homosexuales que asumen abiertamente su deseo. Lamas expresa que el sexismo y la homofobia son la peor y más negativa expresión del esquema cultural de género.

Badinter (1993) expresa que las prácticas homosexuales se han dado desde siempre en todas las sociedades y en todos los tiempos históricos, sin embargo la sexología impuso una etiqueta dejando de ser una nebulosa vinculada a la identidad. La identidad homosexual es producto de una clasificación social cuyo objetivo es la regulación y el control. Si bien han pasado siglos desde aquella época, parece ser que no ha cambiado mucho la percepción frente a los homosexuales. Badinter entrega dos explicaciones para este fenómeno: la ignorancia, pues luego de tantos años aún no es posible precisar este comportamiento como fluido y multiforme; y desde luego, la influencia de las ideologías, puesto que el pensamiento colectivo promueve una concepción heterosexual de la masculinidad, la homosexualidad subvierte valores y su imagen negativa es capaz de reforzar al contrario el aspecto positivo y envidiable de la heteronormatividad. “La homofobia forma parte integrante de la masculinidad heterosexual hasta el punto de constituir un rasgo psicológico de primera magnitud: señalar al que no es homosexual y demostrar quién es heterosexual” (Badinter E., 1993: PP. 143). Para Badinter, los hombres son más homófobos que las mujeres, dado que ellas no le temen a su feminidad. Es así como los hombres dirigen su agresividad contra los homosexuales como una manera de exteriorizar el conflicto y hacerlo soportable. Los hombres se sienten más cómodos en grupos, ya que de esta manera evitan cualquier tentación homosexual, se privan de experiencias enriquecedoras solo por no acercarse al otro.

Son indudables los avances en materia de discriminación,  con la aprobación de la Ley Antidiscriminación en el año 2012, sin embargo esta iniciativa tiene aún como gran desafío generar medidas y compromisos estatales para promover la aceptación y el respeto hacia la diversidad sexual. El acceso a los servicios y beneficios deberían ser para toda la población, no el privilegio de unos pocos. El Estado tiene el reto de impulsar iniciativas para poder fortalecer a las organizaciones encargadas de proteger los derechos de las poblaciones de estudio.

“Sólo queda esperar que no se rompa el circulo vicioso (la transmisión de la homofobia de padre a hijo) con un simple toque de magia. Ninguna decisión racional o ideológica basta para acabar con ese miedo. Una generación de feminismo ha servido para que se rompiera el modelo masculino y que se juzgara con severidad el rol paterno tradicional. No obstante, aparecen aquí y allá nuevos comportamientos (…) que debieran frenar esos miedos” (Badinter E., 1993: PP. 148).

Estrategia Metodológica

El presente estudio cualitativo permite comprender a los actores sociales desde las propias apreciaciones y percepciones que tienen sobre la realidad. Tiene un carácter exploratorio-descriptivo, principalmente porque trata temas emergentes y poco investigados por la profesión propiamente tal, y además porque el objetivo primordial es describir ciertas características y rasgos del objeto de estudio produciendo finalmente un diagnóstico.

Las técnicas utilizadas para la recolección de información de esta investigación fueron el análisis de documentación (el cual se expuso brevemente en los antecedentes) y la entrevista en profundidad, siendo ésta última la principal herramienta para conocer las percepciones de los sujetos y de sus familias, a partir de los roles de género que se establecen en sus respectivas familias. Se realizó una entrevista abierta, manteniendo una pauta de preguntas de base susceptible de modificación.

La muestra fue no probabilística intencionada, debido principalmente a que se encuentra condicionada por las características de los sujetos de investigación. Resulta muy difícil establecer una cifra específica de la población gay del país, y aun más conocer a la población de hombres gay con familias homoparentales. Sin embargo, en el último Censo 2012 se integró esta variable en el cuestionario, aunque los resultados no son confiables debido a los problemas establecidos con los malos procedimientos ejercidos en ese censo. Cabe recalcar que aún si los resultados fueran confiables, no se podría determinar la certeza de este estudio, debido a que una parte de la población homosexual niega serlo por miedo al rechazo o la discriminación.

Debido a lo anterior, encontrar familias homoparentales de hombres gays dispuestas a realizar una entrevista es bastante complejo. Se utilizó la técnica “bola de nieve” y se logró reunir a siete familias, dos con hijos y cinco sin hijos. Al principio se realizó una búsqueda desde las organizaciones chilenas que trabajan con esta población, como ACCIONGAY, MUMS, Fundación Iguales, MOVILH, etcétera, la que no produjo frutos puesto que las organizaciones no estaban dispuestas a entregar datos ni contactos de las personas con las que ellos trabajaban.

Para el análisis de la información se utilizó el análisis de contenido, y la estrategia de análisis fue inductiva. Se formularon criterios de definición, derivados de los objetivos de la investigación a través del material textual analizado. El sujeto de estudio de la investigación fueron las familias homoparentales de hombres gays de la Región Metropolitana. El objeto de estudio de la investigación es la construcción de roles de género dentro de estas familias homoparentales. De acuerdo a lo anterior, se realizó de manera ordenada y práctica una matriz de análisis de información, la cual se enfocó en los objetivos generales y específicos y en grandes categorías divididas en dinámica familiar, ciclo vital familiar, roles tradicionales según género, deconstrucción y reconstrucción de roles tradicionales según género y, finalmente, adaptación sociocultural.

No se utilizó ningún software de apoyo, como Atlas ti o SPSS; sin embargo, se utilizaron registros mecánicos de audio con el fin de manejar un registro de los relatos de los sujetos de investigación.

Resultados

Se realizaron siete entrevistas en total. Algunos de los entrevistados accedieron a dar la entrevista junto a sus parejas, lo que aumenta el total de personas entrevistadas a once personas. De las siete entrevistas, tres fueron realizadas solo a una persona y las otras cuatro entrevistas fueron realizadas a ambas partes. Es por esto que serán contabilizadas las once personas, las que accedieron a entregar su testimonio. De las siete parejas entrevistadas, dos de ellas tienen hijos y las demás cinco no.

Las edades de los entrevistados fluctúan entre los 25 y los 40 años de edad. Debido a la técnica utilizada de “bola de nieve”, el nivel educacional y los ingresos son muy parecidos entre las familias entrevistadas. Generalmente esto tiene que ver con que las personas tienden a establecer lazos con otras personas con características similares a las suyas. Sin embargo, dos familias representan un nivel económico más bajo que el resto y esto es notorio en sus discursos sobre la temática LGBTI.

De acuerdo a las categorías de la matriz de información, se irán presentando los resultados:

En la categoría de Dinámica Familiar, efectivamente no existen grandes diferencias entre estas familias homoparentales de hombres gays y el resto de familias que existen en la actualidad en Chile. Esto implica que en las familias sin hijos, donde solo existen dos componentes en la relación familiar, no existan mayores problemas en términos de dinámica familiar; existe comunicación fluida y asertiva. Con referencia a los roles familiares, es significativo establecer que en la muestra se puede apreciar que no existen patrones estáticos y definidos, los roles familiares son cambiantes y fluyen de acuerdo a los intereses cotidianos de los sujetos de investigación; es decir, los roles familiares pueden cambiar dependiendo del estado de ánimo o los acuerdos a los que vayan adhiriendo. En términos de límites, normas y reglas, parece existir una mayor flexibilidad en estas familias, según sus propios relatos no están de acuerdo con esquematizar y encasillar su relación sentimental por lo que no desean instaurar reglas y normas. Sí es importante recalcar que la totalidad de las familias entrevistadas alude al hecho de tener fidelidad o “pareja única” en sus relaciones, estableciendo ese límite como principal y único, otorgándole un valor significativo, pero aclarando que también reconocen tener flexibilidad al entender a otras parejas que quieran tener una relación amorosa más abierta y que eso no les causa problema alguno.

En las dos familias con hijos es inminente que existan más complicaciones, principalmente por el hecho de ser más de dos interlocutores en la familia. Los hijos en etapa adolescente suelen manejar mayores conflictos con sus padres, ya que se encuentran en plena búsqueda de su identidad, la comunicación no es asertiva y en ocasiones se producen conflictos debido a no poder expresar claramente el mensaje que quieren entregar tanto los hijos a los padres como los padres a los hijos. Más allá de estos problemas de comunicación, no existen mayores antecedentes para sostener que estos conflictos guardan relación directa con la sexualidad de los padres, sino más bien aluden a la normalidad vinculada con la etapa de la adolescencia en la que se esperan actitudes de rebeldía de parte de los hijos en contra de los padres, asumiendo una pretendida independencia aunque todavía no tengan la edad suficiente para hacerse responsables de sí mismos, lo que determina conflictos de identidad y la tendencia a querer ubicarse en otros roles familiares.

En la categoría de Ciclo Vital Familiar se puede establecer que las familias homoparentales de la muestra sufren una crisis al momento de asumir su sexualidad, debido a la discriminación que gran parte de la muestra relata que recibió de parte de su familia de origen, entonces impulsados por el rechazo familiar deciden emigrar de sus hogares, de manera forzada, cambiándose de región incluso. Según sus relatos, a través de la distancia sus familiares han podido comprender de manera paulatina su orientación sexual. Las familias entrevistadas asocian de manera casi inmediata crisis con discriminación, debido a lo que han tenido que vivir a lo largo de sus vidas. Algunos relatan que se autodiscriminaron por mucho tiempo, no queriendo asumir su propia sexualidad por miedo al eventual rechazo de su familia. En el caso de las familias con hijos, es pertinente establecer que las crisis del ciclo vital familiar son más constantes durante el periodo de la adolescencia, pero aún así son consideradas por los mismos sujetos como etapas normales del desarrollo, totalmente superables a futuro.

En la categoría de Roles Tradicionales de Género, se establece que las familias homoparentales logran reconocer roles de género femeninos como masculinos dentro de sus hogares. Si bien la gran mayoría pretende no encasillarse en roles estáticos establecidos por la sociedad y la cultura, es innegable que ya se encuentran socializados, y aunque no quieran esquematizarse, estos roles que se asocian a actividades representativas de lo femenino y de lo masculino surgen de igual forma al interior de sus familias. Siguen siendo hombres en una sociedad machista y heteronormativa. En lo que concierne a su sexualidad, intentan rebelarse frente al hecho de no ser reconocidos como familia; sin embargo, repiten patrones asociados al género machista, pero a la vez se muestran críticos frente a ello. Existe una dualidad que aún no se sabe cómo sobrellevar. Por el momento, las familias sin hijos intentan repartir actividades y roles de manera equitativa independientemente de que las actividades sean representativas del género femenino, y se basan en intereses y estados de ánimo de cada uno de los involucrados en la relación. En las familias con hijos se establece algo parecido, pero según sus relatos siempre uno de los padres asume roles considerados socialmente como femeninos, principalmente basándose en el tema de la protección y deberes más cotidianos. Al hablar de jefe de hogar, ocurre algo singular debido a que los pilares del hogar son hombres: de manera general, según roles de género, ambos son los proveedores del hogar. Es difícil para algunas parejas determinar quién asume ese rol, algunos relatan que ambos son jefes del hogar, otros que no existe jefe de hogar, y en las familias con hijos tiende a darse una dinámica heterosexual, es decir, el padre que pasa más en el hogar y se preocupa de los asuntos domésticos y de los niños principalmente, es quien asume ese rol de jefe de hogar, y el padre que trabaja durante más horas y recibe mayores ingresos es solo el proveedor. Lo anterior es el mejor reflejo de la manera en que los roles de género se encuentran insertos en todos los tipos de familia, homosexuales o heterosexuales, y se replican aunque, en definitiva, estos padres demuestren ser más sensibles frente al tema de la tolerancia e igualdad de derechos, y traten de cambiar actitudes aprendidas y socializadas desde pequeños. Es inherente a ellos y, en ocasiones, no pueden evitar socializarlo con sus hijos también.

En la categoría de Deconstrucción y Reconstrucción de Roles Tradicionales según Género, se establece principalmente que la totalidad de la muestra asocia a la deconstrucción de roles de género con la sexualidad, es decir a quienes representan de manera sexual y erótica el rol masculino y femenino, algunos consideran que esta visión se sustenta en un mito y que la sexualidad no tiene nada que ver con el cumplimiento de roles; sin embargo, otros relatan que efectivamente esta percepción es real y que depende de los gustos personales. Al momento de enfrentarlos a la deconstrucción y posterior reconstrucción, la muestra se divide: casi la mitad relata que es mejor no enfrentarse con los demás, no reclamar ni protestar por sus derechos,  tratar de educar, sin embargo vuelve a aparecer el mismo tema de la discriminación. Sus respuestas están basadas principalmente en el miedo de ser agredidos de manera verbal o física, entonces para ellos es mejor no interferir en el orden “normal” de la sociedad. Es preciso seguir manteniéndose ocultos y relegar su sexualidad a la vida privada. Cabe notar que los sujetos que piensan de esta forma son precisamente los sujetos que mantienen un menor nivel socioeconómico, es decir mantienen un menor índice educacional y han sufrido mayor discriminación por haber vivido en lugares más vulnerables. De manera significativa, las otras familias demuestran tener un relato mas político y social frente al tema, exigiendo efectivamente una deconstrucción de roles, planteándose de manera más fuerte y directa frente al Estado y la sociedad, exigiendo cambios significativos y radicales pues creen que no es necesario que la sociedad los acepte e integre si no quieren; mientras se legisle con respecto al tema, el resto de la sociedad tendrá que aceptarlos aunque no quieran, como ellos han tenido que soportar humillaciones y estigmas de las personas a lo largo de sus vidas.

En la categoría de Adaptación Socio-cultural, se establece que la totalidad de las familias entrevistadas ha sufrido discriminación por su orientación sexual, provocando miedo e incertidumbre dentro de sus familias, lo que en cierta medida los imposibilita para realizar proyecciones familiares. Si bien todos manifiestan planes futuros con respecto a bienes y superación personal, no es proporcional a los planes que tienen establecidos a nivel familiar. Tienden a realizar planificaciones de manera individual. Dentro de sus principales necesidades y problemáticas se encuentran la falta de leyes que los protejan como familia, además de no tener opción a poder criar hijos si lo decidieran. Tampoco reciben ningún apoyo del Estado como bonos o subsidios, porque no son considerados una familia. Algunos declaran por opción no querer criar niños porque se sienten satisfechos con su estilo de vida actual.

Discusión y conclusiones

Con relación al tema de investigación, “construcción de roles de género en familias homoparentales de hombres gays”, cabe notar que en la totalidad de las muestras se presentan indicios de querer transformar roles de género al interior de sus hogares. Sin embargo, esto es difícil considerando el entorno y la crianza que han recibido de sus padres, expuestos a  socializaciones de patrones heteronormativos y machistas, que replican de vez en cuando. Por esto se puede concluir que no necesariamente deben deconstruir roles de género, ya que al parecer casi la mitad de la muestra logra sobrevivir de manera más bien privada y evitando mostrar su sexualidad a la sociedad, y se sienten conformes con esa realidad. La cultura del miedo y la represión no permiten que las personas puedan ser libres y francas con respecto a su vida, y es aún peor pensar que no quieran cambiar los paradigmas debido a que no conocen otras realidades a lo largo del mundo. En las familias con hijos se vislumbra cierto intento por reconstruir nuevos roles. El equiparar roles frente a los hijos posibilita que los niños reconozcan otras formas de constituirse las familias, y pueden tratar a sus pares de manera más igualitaria, identificándose con sus padres, lo que sin duda alguna es un gran avance para las familias diversas.

Es fundamental reconocer nuevas formas de construir familias, y a su vez reconocer que estas familias viven en un ambiente hostil y que los rechaza constantemente; sin embargo, tienen la capacidad de sobrellevar su vida de la mejor manera. Es claro que al entender las singularidades y necesidades de estas familias, es posible entender por qué no existe una postura política y social más contundente y fuerte frente al tema de reivindicar sus derechos. Continúan tratando de criar a sus hijos y vivir su sexualidad de manera tranquila como cualquier otra familia, pero entienden que la sociedad no los considera como cualquier otra familia, y entre enfrentar al mundo y vivir de manera más o menos tranquila su vida, ellos en definitiva se quedan con la segunda opción. Que la sociedad heteronormativa obligue a la población LGBTI a relegar sus manifestaciones afectivas o eróticas al ámbito de lo privado es una clara vulneración de derechos, ya que de manera explícita o implícita se les condena moralmente, a veces al alero de leyes, ejerciéndose la presión por ocultar estas prácticas sexuales disidentes, que determinar propensión a la vulnerabilidad.

El trabajo social surge como una construcción social, se concibe desde esta perspectiva como ni inmutable ni universal. A su vez, las familias, el principal objeto de estudio de la profesión, también presenta estas características, es decir es cambiante y concuerda con el periodo histórico, por eso se relaciona con la evolución. Más allá de adquirir conocimientos mecánicos y rutinarios, el principal propósito de la profesión siempre debería ser el construir pensamientos críticos, conscientes y responsables, a través de la capacidad para tomar decisiones y resolver conflictos siempre enfocándose en los valores y principios que guían el quehacer profesional. El quehacer profesional debe ir enfocado a su vez a la realización de cambios profundos, apuntar al ingreso de instituciones públicas, cambiar los paradigmas de la heteronormatividad imperante. El Estado debe enfocar sus políticas públicas y sociales en la educación en pro del bienestar de este segmento de la población, de las mal llamadas “minorías sexuales”, las cuales necesitan que exista un Estado más involucrado y protector frente a sus demandas y necesidades fundamentales.

En nuestra sociedad patriarcal y machista, las desigualdades sociales son naturalizadas y prolongadas a través de la crianza, siendo potenciadas y masificadas de tal manera que ni las mismas personas son capaces de reconocer que por ellas persisten las desigualdades. Es difícil trabajar y combatir los estereotipos y prejuicios reproducidos históricamente. Es por ello fundamental que los profesionales del trabajo social no reproduzcan prácticas y concepciones sexistas ni homofóbicas en las relaciones cotidianas. El ejercicio profesional requiere la estimulación de procesos educativos donde el eje principal sea la dignidad, el respeto a las diferencias, la justicia social y la democracia

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  1. Universidad Tecnológica Metropolitana dmode.jperez@gmail.com
  2. “El Holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado de aproximadamente seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores. “Holocausto” es una palabra de origen griego que significa “sacrificio por fuego”. Los nazis, que llegaron al poder en Alemania en enero de 1933, creían que los alemanes eran una “raza superior” y que los judíos, considerados “inferiores”, eran una amenaza extranjera para la llamada comunidad racial alemana”. (Extraído el 09 de Abril de 2013 [en línea] de Enciclopedia del Holocausto, disponible en:  http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10005751)
  3. Se llama Familia Diversa a todas las familias que están “compuestas por dos madres, o dos padres, o por madre y padre. Familias en todo tipo de combinaciones de las que forman parte tías, abuelos, peques.  Familias con mamá, papá y un novio o novia que se sumó después. Niños y niñas que tienen su hogar en un lugar donde han sido acogidos. Familias de parejas sin descendencia, familias compuestas por personas que se quieren y se sienten familia sin ser pareja…”. En definitiva, estas familias desde algunos años han comenzado su apogeo con la creciente salida de la mujer al mundo laboral, la Ley de Divorcio, las familias homo y lesbo-parentales, las familias ensambladas, etcétera. (Extraído el 22 de Enero de 2014 [en Línea], de Organización Algarabía (Asociación de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales), disponible en: http://www.algarabiatfe.org/www/area-familias-diversas).