Artículo Cuaderno de Trabajo Social, n.° 19, 2022

El lugar de los discursos en la elaboración de informes de investigación cualitativa

Autor(es)

César González Vélez

Secciones

Sobre los autores

RESUMEN

En este artículo se presenta un abordaje epistemológico y metodológico sobre el uso de los discursos (las historias o fragmentos de historias de vida, las respuestas obtenidas mediante entrevistas, los relatos etnográficos y demás productos discursivos: cuentos, canciones, entre otros), en la elaboración de informes de investigación cualitativa. La presentación se organiza en torno al siguiente cuestionamiento: ¿cuál es el lugar que los investigadores damos a los múltiples discursos con los que trabajamos en la investigación, a la hora de construir un informe final? Para dar respuesta a este interrogante partimos de una conceptualización sobre lo que significa el relato en la investigación social, para ofrecer luego una visión técnica sobre cómo incorporarlo en los informes de investigación cualitativa.

ABSTRACT

This article presents a epistemological and methodological approach to the use of narratives (stories or fragments of life stories, responses obtained through interviews, ethnographic accounts and other discursive products: stories, songs, among others), in the preparation of qualitative research reports in. The presentation is organized around this question: what is the place of the multiple narratives with which we work in the investigation, at the time of constructing a final report? To answer this question we start from a conceptualization of what the story means in social research, to then offer a technical vision on how to incorporate it into qualitative research reports.

INTRODUCCIÓN

La multiplicidad de procesos de investigación, así como de lugares (teóricos, epistemológicos y políticos) desde los cuales se hacen las ciencias sociales, nos exige una reflexión constante sobre las formas de construcción de conocimiento y sobre la producción académica que permite la circulación de dicho conocimiento. En este artículo –en específico– abordaremos el lugar que tienen los discursos de los sujetos con los que trabajamos en investigación en la elaboración de productos académicos (informes, artículos, entre otros). Suspenderemos por un momento el análisis sobre la manera de hacer investigación y nos centraremos en la elaboración de informes de investigación cualitativa, y en el lugar que en ello tienen las voces de los agentes con los que interactuamos en la aplicación de las metodologías cualitativas. Todo esto teniendo en cuenta que ya desde hace más de una década se han planteado debates sobre las posibilidades narrativas de la ciencia social (Hernández, 2011; Munita, 2016) y sobre la necesidad de trascender el informe tradicional, buscando nuevas formas de comunicación del conocimiento científico. Esperamos que este artículo pueda representar algún aporte para quienes se enfrentan, quizás por primera vez, a la elaboración de informes de investigación en los que las voces de la teoría, las voces de las personas que participan en la investigación y la voz del autor se interrelacionan.

Empezaremos situando la relación entre la lógica de la investigación y la lógica de la exposición, para luego ahondar en el significado de las narrativas sociales, (puntualizando en cómo en estas converge lo macro y lo microsocial), así como en los usos posibles de estas narrativas en los productos de la investigación cualitativa, para finalizar haciendo algunas propuestas de carpintería sobre la elaboración de los informes de investigación.

INVESTIGAR / PRESENTAR LO INVESTIGADO

En el posfacio de la segunda edición de El Capital (1858), Karl Marx señaló la diferencia entre la lógica de la investigación y la lógica de la exposición. Mientras la primera tiene que estructurar y trasegar los caminos para la construcción de un conocimiento válido, la segunda organiza la manera de presentar el conocimiento ya construido, proceso en el que se escoge, se visibiliza (y por ende se oculta) eso que se espera que los lectores reciban. Esto le da un estatus de autor al investigador, razón por la cual no accedemos a un conocimiento puro sino a una narración, a una representación que construye unidad en la diversidad discursiva y que está pensada para sustentar una verdad construida a través del método. Para lograr construir una lógica de la exposición coherente, el investigador/autor de la investigación cualitativa debe enfrentarse a diferentes dificultades. Hablemos ahora de algunas de ellas.

La ampliamente difundida y siempre sospechosa credibilidad en el dato estadístico ha hecho que los estudios cualitativos tengan que hacer un esfuerzo mayor para evidenciar su validez (Becker, 2019). Mientras el dato estadístico aparece como totalidad, como prueba positiva de lo real, el fragmento de una entrevista o de un diario de campo (por poner algunos ejemplos textuales con los que trabajamos) parecen estar siempre bajo sospecha. En un trabajo estadístico, el ocultamiento del sujeto que define las variables, que calibra los instrumentos, puede ser más efectivo, por lo que la cifra aparece como una captura fiel del comportamiento de una variable en lo real y no como el resultado del enfoque de un autor. En los estudios cualitativos, por el contrario, el investigador expone de manera directa su lugar en la construcción de conocimiento, lo que debe considerarse no como una debilidad de los estudios cualitativos, sino como su mayor fortaleza. La reflexividad (Guber, 2019) no es un rasgo que debe entreverarse o disimularse en la elaboración de un informe de investigación, debe mantenerse en la superficie para que opere como el verdadero eje de la narración que constituye, en este caso, el resultado de un proceso de investigación.

Además de enfrentar la sospecha generalizada sobre los hallazgos cualitativos (la cual podría explicarse por una visión colonial y aún positivista del conocimiento científico, la cual concede una mayor credibilidad a la medición por encima de la interpretación, a la estadística por encima de la hermenéutica), en la elaboración de informes de investigación cualitativa el investigador tiene que enfrentar un problema que es epistémico y a la vez técnico: vincular en la lógica de la exposición las voces de los sujetos con los que se habló en la investigación (Coffey y Atkinson, 2033).

El valor heurístico del discurso de las personas con las que interactuamos en una investigación es siempre una preocupación ética, epistemológica y política para el investigador/autor (Riessman, 2008). Como señala Benjumea (2015), el conocimiento (o saber) que resulta de los procesos de investigación cualitativa tiene como eje al investigador, pero este conocimiento solo es posible cuando se lenguajea con los otros (Becerra, 2016) y, de alguna manera, ese lenguajear toma forma en la escritura; por lo menos esa es la forma a la que de manera más recurrente acceden los otros académicos y el público que lee a los resultados de la investigación.

La investigación cualitativa como texto representa un entramado complejo en el que se relacionan discursos de diferentes orígenes, guiados por categorías e intencionalidades distintas: a) el texto hablado de quien responde al investigador, el cual expresa un punto de vista de la realidad social; b) las voces de la teoría, que operan como marcos de interpretación devenidos de intencionalidades y gnoseologías que el investigador adecua para construir un sentido; y c) la voz del investigador/autor que termina cerrando el tejido que representa un texto que da cuenta de un proceso de investigación cualitativa. Una producción textual, resultado de un proceso de investigación científica, es un constructo en el que se define una representación de la realidad que no opera como un reflejo o como una fotografía fidedigna de las características objetivas del objeto de investigación, pero que no por eso es carente de verdad. En esta producción textual no accedemos a La Realidad; a través del lenguaje, el investigador /autor organiza una representación coherente, sustentada, válida de la realidad, la cual persigue un objetivo gnoseológico y a la vez es resultado de un tejido entre epistemología, teoría, metodología y empiria (Becker, 2019).

Para lograr con ese objetivo es necesario dedicar un momento a pensar cómo se deben tratar los discursos en la escritura de los informes. Es necesario contextualizar las voces con las que trabaja el investigador, sustentar por qué los discursos elegidos (editados, articulados) son significativos y legítimos para sostener las aseveraciones de los investigadores/autores de la investigación cualitativa (Becker, 2011). En síntesis, la investigación cualitativa, como texto, enfrenta la dificultad contextual de competir con los datos positivos de la estadística, que aparecen (al menos para el gran público) como devenidos de un proceso más controlado; así mismo, la investigación cualitativa se enfrenta al problema del tratamiento de los discursos (del cual hablaremos más adelante), y además, debe sortear la dificultad de construir unidad en la diversidad discursiva; es decir, enfrenta el reto de triangular discursos producidos en diferentes planos y contextos para que fundamenten una verdad, la verdad del conocimiento que se expone. Esto último nos presenta por lo menos dos peligros: el exceso de teorización, en donde los discursos de la gente operan como una excusa para las conexiones que el autor quiere hacer, y el peligro de caer en lo que Bachelard (2000) considera un obstáculo epistemológico: no sospechar de la experiencia. Es decir, cumplir con transcribir lo dicho por los agentes sin someterlo a la abducción (Aguayo, 2011), a la construcción conceptual o, dicho de otra forma, sin pasar de lo denotativo (la anécdota) a lo connotativo (el sentido profundo de lo dicho por los hablantes).

EL LUGAR DE LA NARRACIÓN EN LA COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD

Antes de continuar conviene definir de manera más detallada qué entendemos cuando hablamos de discurso en el contexto de la investigación cualitativa que hemos presentado hasta aquí. El discurso, en forma de relato hablado o escrito por los agentes, “[…] es, entonces, un conjunto de procesos necesarios en la producción de sentido, en un acto de comunicación con una totalidad significante” (Ramírez, 2004. p. 103). Si bien el discurso no puede explicar toda la experiencia humana y social, sí nos abre un camino posible y generoso para comprender los sentidos que se producen y se interiorizan en la vida social, y, además, se convierte en el medio y en la materia con la que el investigador puede construir y exponer lo hallado.

Esto es posible porque el discurso tiene una naturaleza en la que lo subjetivo y lo objetivo (lo social, lo instituido) se encuentran. El discurso, a pesar de ser enunciado por sujetos particulares, tiene un origen social y solo es comprensible por la socialidad del lenguaje, por la socialidad de su semántica y por qué existe en cuanto práctica2. Al respecto, Van Dijk señala: “Ya en esta primera aproximación al concepto de discurso hemos identificado sus tres dimensiones principales: a) el uso del lenguaje; b) la comunicación de creencias (cognición) y c) la interacción en situaciones de índole social” (2000, p 23).

La narración a la que se enfrenta un investigador en el desarrollo de una entrevista no es un dato objetivo sobre la realidad. No es la realidad, aunque la constituye, como señala Rosana Guber: “Las descripciones y afirmaciones sobre la realidad no solo informa sobre ella, la constituyen” (2019, p. 45). La narración a la que se enfrenta un investigador en una entrevista es una interpretación subjetiva de la realidad del hablante, y por ello es valiosa, no porque refleje asépticamente el mundo social, sino porque lo constituye como registro subjetivo de la vida.

Existen diferentes formas de conocer el mundo social. La experiencia, la cuantificación de algunas características, el diálogo con los agentes que la han vivido. Esta última, que es la que nos ocupa, es posible por la relación estrecha entre narración y vida.

En la siguiente cita, Ricoeur se pregunta acerca de esta relación:

[…] repensar de manera diferente esta relación demasiado rudimentaria y demasiado directa entre historia y vida, repensándola de tal forma que la ficción contribuya a hacer de la vida, en el sentido biológico del término, una vida humana. A esta relación entre relato y vida, quisiera aplicar la máxima de Sócrates según la cual una vida no examinada no es digna de ser vivida (Ricoeur, 2006, p. 9).

El discurso hecho narración tiene un papel potente en la actualización de la identidad, hace que lo que sucede en la vida pueda ser contado; es decir, adquiera un sentido, y por ello tiene un valor importante para la investigación, en cuanto nos permite acceder a la vida social vista por sus agentes sin olvidar que la narración de la experiencia vital es a la vez personal y social.

Puyana y Barreto señalan al respecto:

Se constituye en un recurso de primer orden para el estudio de los hechos humanos, porque facilita el conocimiento acerca de la relación de la subjetividad con las instituciones sociales, sus imaginarios y representaciones. simbólicas. La historia de vida permite traducir la cotidianidad en palabras. gestos. símbolos, anécdotas. relatos, y constituye una expresión de la permanente interacción entre la historia personal y la historia social (Puyana y Barreto, 1999, p. 185).

Por último, quisiera señalar en este apartado la relación entre el discurso con el que nos encontramos en la investigación cualitativa y la ficción. Para desarrollar este punto, me permito partir de la siguiente cita:

Mediante la ficción y la poesía se abren en la realidad cotidiana nuevas posibilidades de ser en el mundo, ficción y poesía se dirigen al ser, no ya bajo la modalidad de ser dado, sino bajo la modalidad de poder ser. Por eso mismo, la realidad cotidiana es metamorfoseada gracias a lo que se podría llamar las variaciones imaginativas que la literatura opera en lo real (Ricoeur, 2002, p. 108).

Con frecuencia en las investigaciones surge la pregunta sobre la veracidad de lo dicho por los agentes. Si bien el discurso es heurísticamente valioso, no es controlable por medio de una medición objetiva en todos los casos. Entonces, ¿cuál es el papel de las ficciones en el mundo social y, en particular, en la investigación?

Responderé (por supuesto admitiendo la insuficiencia y parcialidad de mi respuesta) sugiriendo dos tópicos para la discusión. En primer lugar, las ficciones que estructuran los discursos de los agentes tienen un papel importante en sus acciones. Ficción y acción definen el poder ser, como señala Ricoeur. La versión fabulada de nosotros mismos define también quiénes somos y cómo actuamos. Allí el investigador deberá tener una pericia importante y hacer, en la medida de lo posible, procesos de contrastación y profundización que permitan conocer qué de todo lo hablado es realmente significativo para el proceso de investigación que se desarrolla. Eso, y asumir la parcialidad de la ciencia, ayudarán a llevar avante estudios serios, rigurosos, pero que reconocen la imposibilidad y necesariedad de las ciencias sociales, por ponerlo en términos de Jesús Ibáñez (1994).

En segundo lugar, que es el que nos ocupa, la ficción está presente también en la elaboración de los informes de investigación. Para algunos es una opción vincular la literatura en la elaboración de informes (como es el caso de la Antropología Poética chilena), para otros hay una flexibilidad en la escritura que permite pensar en introducir algunos elementos narrativos, sin caer en la ficción. Para otros la opción es seguir creyendo en el lenguaje limpio y puro de la ciencia objetiva. No obstante, todos están cobijados por las ficciones históricas que nos estructuran. Todos tienen que vérselas con su propia subjetividad de investigadores que privilegia, que edita, que propone miradas, llama la atención sobre algunos aspectos específicos y deja otros de lado.

No me atrevería a equiparar la ciencia a la literatura de ficción, como alguna vez señaló Borges. No obstante, considero que en la formación de los sujetos investigadores hay ficciones que influyen en su mirada. De ahí la vigilancia epistemológica de la reflexividad, pero también la necesidad de considerar el papel de la narración en la elaboración de informes de investigación cualitativa.

LO MICRO SOCIAL Y LO MACROSOCIAL EN LA NARRACIÓN 

Cuando se habla o cuando se escribe, una tensión entre lo micro y lo macrosocial tiene lugar. No podría comprenderse ni llevarse a buen término una investigación que hablara de los estudiantes de un colegio ubicado en un sector popular (por poner un ejemplo) si no se comprende su lugar dentro de las condiciones estructurales.

Esa relación, tan abordada en las ciencias sociales entre el todo y sus partes, entre la visión nomotética y la ideográfica, entre el estructuralismo y el individualismo metodológico (Elster, 1986; Giménez, 2006), se aparece en el camino a la hora de darle un lugar a las narrativas de los agentes en el proceso de investigación social. La posición que tomamos acá es de corte relacional. Lo que sucede en un contexto local debe ser entendido en sus relaciones con las determinaciones estructurales. De la misma manera, la explicación más estructuralista está incompleta si no se conoce la particularidad de lo social (Roberts, 2006).

Sustentamos esta afirmación con lo que se plantea en la siguiente cita:

La totalidad es una unidad compleja que rechaza por igual la explicación del todo a las propiedades de las partes conocidas aisladamente, así como las explicaciones que reducen las propiedades de las partes a las propiedades del todo, concebido igualmente en aislado […] aquí se encuentra planteado uno de los problemas más serios de las ciencias sociales: cómo hacer análisis globales, análisis de la totalidad social, sin aplastar las unidades menores, lo micro, lo regional, lo local, los individuos. Pero, a su vez, cómo considerar estos elementos en el análisis, reconstruyendo además la unidad de lo diverso, el mapa en el que la dispersión alcanza sentido (Osorio, 2001, p. 31).

En lo que nos interesa, la elaboración de informes cualitativos, esos análisis por los se pregunta Osorio son posibles si se comprende la particularidad de la narración que aparece en una entrevista, o en una historia de vida, a la luz de lo estructurado. No se puede reducir lo dicho por un hablante a su dimensión únicamente propia, lo dicho está en el marco de unas relaciones. Asimismo, analizando un discurso particular no se podría colegir que es el mero resultado del mundo social, de lo macrosocial. Como señala Herrera: “La comprensión local del mundo sigue su propia lógica y la práctica investigativa sólo puede comprender esa forma de comprensión si descifra esa lógica a partir de los contextos que la producen” (Herrera, 2010, p. 198).

En la narración hay creación y propuestas de mundo, pero también hay elementos preexistentes que la dotan de sentido y que le permiten aparecer. Esta tensión tan dinámica deberá ser tenida en cuenta.

Hasta aquí algunos elementos epistemológicos acerca de la relación entre el proceso de la investigación cualitativa, el análisis e interpretación de narrativas sociales y los procesos de escritura de informes de investigación cualitativa. En el siguiente apartado trabajaremos más detenidamente lo relacionado con la producción textual polifónica al interior de los procesos de investigación en Trabajo Social.

ESCRIBIR ENTRE VOCES: EL INFORME POLIFÓNICO DE INVESTIGACIÓN

Los procesos de investigación cualitativa son polifónicos. Las diferentes voces que constituyen el entramado melódico de la vida social aparecen cuando alguien desarrolla una investigación cualitativa. No obstante, algunos investigadores consideran que esa multiplicidad de voces puede ser simplificada. Un registro más cientifista las reduce a la voz del investigador, que a la vez es un eco de la voz de las teorías. Un registro más empiricista, las simplifica en la voz del actor, que nos presenta su manera particular de leer el mundo, pero que no encuentra en el investigador un interlocutor que someta a la sospecha y a la contextualización su voz. Desde mi perspectiva, si el informe no le hace justicia a las relaciones semánticas que existen entre estas voces (la de la gente, la de la teoría, la del investigador), pierde muchas posibilidades como proceso de construcción de conocimiento y aplicación de este.

Gergen, refiriéndose a la elaboración de informes de investigación, señala lo siguiente:

Algunas personas usan su voz personal para presentar su investigación. Al escribir en primera persona acerca de su propia experiencia, el relato llama más a la lectura y muestra el compromiso vital del científico. En tales relatos está, además, implícito que lo que se expone es una construcción y que otros pueden ver las cosas de diferente manera. Hay quien experimenta también con diferentes voces para mostrar las distintas perspectivas (Gergen, 2011, p. 85).

El autor resalta el hecho de que en cada voz es una perspectiva. Si bien no defendemos la postura total del construccionismo Gergeniano, al considerar que la realidad es simplemente subjetiva. Si retomamos de él su reivindicación de incluir en los productos de investigación diferentes perspectivas, distintas voces que puedan enriquecer el texto, más allá de un monismo científista o empirista.

Pero, ¿cómo hacerlo?

A manera de propuesta inicial, señalaremos tres caminos posibles: 1. La triangulación de voces, 2. La estructura de catálogo y 3. El paralelismo narrativo.

Cuando se finaliza un proceso de análisis para dar inicio a la escritura del informe final –al menos en una situación ideal– se cuenta con tres tipos de información: la resultante del necesario proceso de revisión documental (reseñas teóricas, datos de contexto, citas textuales, etc.), la resultante del trabajo de campo (entrevistas transcritas, diarios de campo, historias de vida, textos producidos en ejercicios grupales e individuales) y la información decantada e interpretada que va construyéndose de manera dinámica en el investigador (los más dedicados la convierten en documentos preliminares, los menos sistemáticos en ideas que han sido el resultado del proceso).

Estas tres fuentes se van trenzando en el texto. El investigador/autor va operando como un editor de un audiovisual documental. Primero depura cada una de las tres fuentes. A partir de la codificación y el análisis categorial escoge fragmentos del corpus de discurso que se analiza. Además, construye un orden para presentar sus ideas, la voz que ha ido definiendo durante el proceso. Esos fragmentos –resultado de la edición intencionada– van entrando al texto, de forma que la textura que esta toma podría ser una amalgama de citas de los agentes con quienes se habló, de los autores que fundamentaron el estudio a través de la teoría, de las instituciones que han construido conocimiento en torno al tema en cuestión y del propio autor.

Esta estructura es dinámica y se mueve entre las diferentes narraciones, relacionándolas, tejiendo puentes y vínculos. Es intertextual y permite hacer conexiones intratextuales (entre momentos del mismo informe) y extratextuales (con contextos, autores y corpus teóricos diferentes), ofreciéndole al lector relaciones y opciones para entrar y salir del texto. Veamos la Figura.

Figura 1. La triangulación de voces. Ejemplo de una investigación sobre la violencia escolar

La segunda opción, quizás menos usada pero con otras posibilidades, la he titulado Estructura de catálogo. Esta se organiza sin fragmentar las narraciones de los agentes de los que se habla en la investigación. En vez de escoger fragmentos de una historia, esta se presenta completa. Incluso puede transcribirse un diálogo completo entre el investigador y el agente (s) con quien se hace el estudio. Luego el investigador presenta su interpretación. Así, el texto está compuesto por diferentes textos. El lector puede entonces acceder por completo a la cocina del investigador, conocer las inflexiones, los titubeos, los significados que movilizan a los dos hablantes. Las operaciones que se hagan entre las diferentes piezas del catálogo correrán por cuenta del usuario de la investigación, quien puede acceder a las voces por separado. En la Figura 2 se muestra cómo podría lucir el texto del que hablamos.

Figura 2. Estructura de catálogo. Ejemplo de una investigación sobre la violencia escolar

Por último, se propone el Paralelismo narrativo como estrategia para la elaboración de informes de investigación. En el texto Historia doble de costa, de Orlando Fals Borda (2002), se muestra esta posibilidad de estructura textual. Gergen (2011) muestra también cómo podría hacerse este tipo de informes. Aquí el discurso se estructura en torno a un paralelo. Se parte en dos voces. El investigador ofrece sus análisis en una hoja, o en un recuadro, mientras los agentes se expresan en otra que se muestra de manera paralela. Veamos la Figura.

Figura 3. Paralelismo narrativo. Ejemplo de una investigación sobre la violencia escolar

Elaboración propia.

Estas tres opciones constituyen una propuesta resultado de la lectura y elaboración de diferentes informes de investigación cualitativa. En el ejercicio de debate académico se podrán complementar estos planteamientos y seguramente desarrollar otros más. Estos puntos de partida no constituyen una tipología fija sino algunas estrategias prácticas que deben adecuarse a las intenciones, posibilidades y estilos de los investigadores.

ALGUNAS CONCLUSIONES PARCIALES

Sintetizaré en los siguientes cinco enunciados las ideas que motivaron la realización de este documento: 1. Los informes de investigación cualitativa deben ser textos (polifónicos) que evidencien el diálogo intencionado y los procesos artificiales de edición que el investigador hace cuando los construye. 2. La voz de los participantes de la investigación debe ser respaldada por la comprensión de su relación con el mundo microsocial y, a su vez, por la explicación de las relaciones estructurales subyacentes a este. 3. Los criterios de validez de un informe, sustentado en el uso de narrativas sociales, son construcciones del investigador y así deben ser presentadas. La coherencia interna, la contextualización e historización de los discursos, así como la validación de los textos por parte de los sujetos participantes, son algunos elementos para tener en cuenta en este punto y 4. La representatividad de las narrativas que estructuran un informe de investigación cualitativa corresponde, más que a la veracidad de lo dicho, a su valor heurístico. Incluso la mentira y la ficción, en una entrevista, pueden tener valores importantes para entender los fenómenos abordados. 5. La elaboración de informes de investigación cualitativa es en sí un espacio de construcción de significación y resignificación del mundo social y, así, puede constituirse como un escenario para proponer formas alternativas de pensar el mundo desde las ciencias sociales.

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