RESUMEN
El fenómeno de la narcocultura se ha convertido en un tema controversial en la sociedad mexicana. Sus detractores afirman que dichas expresiones artísticas, hacen apología de la violencia, enaltecen la figura del narco y su estilo de vida, e incitan a sectores sobre todo juveniles, al consumo de drogas y el ingreso a las filas del narcotráfico. Por su parte productoras musicales y televisivas han encontrado en el tema del tráfico de drogas y la acción que provoca las armas, las persecuciones, la traición y la corrupción del gobierno, un campo de oportunidad y crecimiento de espectadores. De igual manera, la narcocultura ha tocado la esfera del consumo suntuario, las prácticas religiosas, la moda o la arquitectura. Desde la perspectiva de los estudios culturales, más específicamente del estudio simbólico de la cultura, el trabajo tiene por objetivo analizar las significaciones e imaginarios que rodean a la narcocultura en jóvenes que viven en contextos violentados por el narcotráfico. Para ello, en entrevistas semiestructuradas, 10 jóvenes originarios del pacífico mexicano, explican desde sus diversas experiencias, el sentido y significado de los productos de la narcocultura, aportando nuevas ideas y conocimientos que contribuyen al debate sobre la misma. Desmitificando la actividad del narcotráfico, sus actores y la idea aspiracional de quienes consumen y se relacionan con dicha cultura. Concluyendo que dicha expresión cultural, no solamente es la producción y consumo de temas relacionas al narcotráfico, sino que además ésta produce símbolos, significados, imaginarios y relaciones en contextos específicos.
ABSTRACT
The narco-culture phenomenon has become a controversial topic in Mexican society. Its detractors state that this artistic expression, makes apology of violence, praising the narco figure and its lifestyle, and incite population sectors, mainly juveniles, to drug consumption and to enlisting in their drug-trafficking organization. On their part, television and music companies have found a field of opportunity and a growing number of viewers in topics such as drug trafficking and the action brought about by weapons, persecutions, treason and government corruption. Similarly, narco-culture, has touched the sphere of sumptuary consumption, religious practices, fashion or architecture. From the perspective of the cultural studies, more specific the symbolic study of the culture, this work aims to analyze the significations and imaginaries surrounding narco-culture in juveniles living under contexts violently disrupted by drug trafficking. For that, in semi-structured interviews, ten juveniles from the Mexican Pacific explained from their diverse experiences, the sense and meaning of narco-culture products, providing new ideas and knowledge that contribute to the debate on the matter. Demystifying drug-trafficking activities, its actors and the aspirational idea of the ones consuming and relating with said culture. Concluding that narco-culture, not only is the production and consumption of topics related to drug trafficking, but also produces symbols, significations, imaginaries and relations in specific contexts.
INTRODUCCIÓN
El propósito de este artículo es analizar las significaciones e imaginarios que rodean la narcocultura en jóvenes que viven en contextos violentados por el narcotráfico. Para ello es necesario profundizar en cómo se ha conceptualizado la narcocultura a partir de lo que Thompson (2002) llama “Formas objetivadas de la cultura”. Para este trabajo las Formas objetivadas de la narcocultura son objetos, productos y prácticas relacionados a la música, la moda, la arquitectura, producciones audiovisuales, consumo suntuario y prácticas religiosas, que, aunque no son la totalidad, sí marcan una tendencia como referentes para su estudio. A partir de la clasificación de las Formas Objetivadas de la Narcocultura, se discutirá lo que Geertz (2003) conceptualiza como Pautas de Significado y Bourdieu (2002) Habitus.
En ese sentido se discute la manera en cómo se interioriza o “incorpora” dichos elementos culturales y se reflejan en lo que Giménez (2005) llama “fuerza motivacional e impulsora”, la cual crea identidad y distinción respecto a otros grupos. Para ello, se analizaron las respuestas de 10 jóvenes que viven en contextos con alto grado de marginalidad y violencia por el narcotráfico en el pacifico mexicano. Ello permitió establecer elementos analíticos y comprender mediante el análisis de discurso (Van Dijk, 1980), (Hall, 2010) el grado de influencia y aspiración del narcotráfico a partir de dichas prácticas culturales. Teniendo como conclusión no sólo el abordaje simbólico de la narcocultura, sino además líneas abiertas para repensar la manera en cómo se ha estudiado el fenómeno del narcotráfico y el ingreso de los jóvenes a sus filas.
NARCOCULTURA Y SIGNIFICACIONES SIMBÓLICAS
La cultura para Giménez (2005) es el conjunto de hechos simbólicos de una sociedad, se convierte en la dimensión analítica de la vida social, las significaciones pueden relacionarse con la cultura, el sujeto/a se define a partir de sus prácticas y la forma de relacionarse los distintos significados que trascienden en el tiempo y son compartidos en contextos específicos.
En el caso de Bourdieu (2002), la cultura es incorporada, esta se interioriza y se convierte en esquemas subjetivos de percepción, valoración y acción del individuo o el colectivo. Para Thompson (2002) el estudio simbólico de la cultura comprende el análisis de las formas simbólicas, en las cuales se conceptualizan como “las acciones, los objetos y las expresiones significativas de diversos tipos -en relación con, contextos y, procesos históricamente específicos y estructurados socialmente, en los cuales, y por medio de los cuales se producen, transmiten y reciben tales formas simbólicas” (Thompson, 2002, p. 203). Las formas simbólicas, por tanto, son pautas de significado transmitidas históricamente, que transitan en el plano simbólico entre los individuos que comparten ideas, creencias, experiencias y concepciones.
No se puede pensar e imaginar formas simbólicas sin asociarlas a las formas concretas u objetivadas de la cultura, que para fines del análisis de la narcocultura son las producciones musicales, las novelas, las teleseries, la moda, la arquitectura, el consumo suntuario, las prácticas religiosas, el lenguaje, en sí todo lo que se puede ver, escuchar, sentir, oler o disfrutar. Partiendo de ello se desprende como categoría de análisis Las formas simbólicas de la narcocultura ejemplificadas en la riqueza, el poder, la religiosidad, el respeto, la audacia, la ilegalidad, la transgresión, la valentía o el honor, y todos aquellos aspectos que transitan en el plano simbólico y que son significadas en contextos y relaciones específicas.
La narcocultura se desprende de las actividades del tráfico de droga y en consecuencia relatan historias tanto de éxito, fracaso o tragedia por las que personajes transitan de la realidad al mito y viceversa. Para Valenzuela (2003), las temáticas de drogas eran bastante populares incluso antes del proceso revolucionario de 1910, debido a que el consumo sobre todo del opio y la mariguana era bastante común en aquellos tiempos. El autor define a la narcocultura como el conjunto códigos de conducta, estilos de vida y formas de relación de quienes participan en el narcomundo.
Para Giménez (2007) la narcocultura define identidad de quienes la comparten, y es a partir del consumo, el lenguaje o la moda que va representando un estilo de vida, el cual es caracterizado a partir de distinción, respecto a otros sectores y clases sociales. La narcocultura también, representa valores de amistad, lealtad o compadrazgo propios del mundo del narcotráfico.
Rincón (2009) menciona que la temática de lo narco, produce una serie de ideas las cuales, pueden abstraerse como la búsqueda del éxito de manera rápida y al precio que sea necesario. Esta idea ha permeado sobre todo en los jóvenes que han visto su futuro y expectativas de proyecto truncadas.
Reguillo (2011) analiza el narcotráfico, la violencia y la narcocultura como un todo, el cual se convierte en una “narcomáquina”, ésta comprende el uso de artículos y accesorios de lujo como la ropa, relicarios, escapularios y santos, incluso pistolas de oro adornadas con diamantes.
Para Córdova (2012), la narcocultura construye el mito, caracteriza al personaje narco que es santificado en sectores sociales, sobre todo al norte de la república mexicana, ello proporciona una relación entre significados propios de la cultura popular como los ritos religiosos y las particularidades de los “narcosantos”, es el caso de Jesús Malverde, el llamado “santo de los narcos”, del cual se le pide protección, seguridad o éxito.
Valenzuela (2012) afirma que el narcomundo y la narcocultura se convierten en referentes que definen sentidos y significados de vida o muerte, para Sullivan (2012) la narcocultura representa una serie de creencias expresadas en el culto a la Santa Muerte; de figura esquelética es vestida de diferentes colores según la petición que sus fieles le hagan como, por ejemplo, una buena muerte, paz, amor o dinero.
Gómez y Figueroa (2013) relacionan las expresiones culturales del narcotráfico con la manera en que se apropian del espacio simbólico, a partir del consumo de música, ropa, accesorios o autos. Ruíz y Sánchez (2014) mencionan que dichas prácticas legitiman el delito, a partir de la construcción de componentes simbólicos definidos en valores, normas y un sistema de creencias y costumbres que van delimitando el proceso de la significación.
Por su parte, Mondaca (2014) afirma que la narcocultura se relaciona con el consumo de accesorios, y bienes como joyas, autos o casas. Sosa (2014) menciona que ésta no se limita a fronteras, geografías y clases sociales. De allí que el concepto de “narcojunior” desmiente la idea que sólo las clases pobres gustan de la narcocultura; el consumo de bienes de lujo dentro de la narcocultura, al igual que en el capitalismo, se tienen que hacer visibles y denotar poder, al menos en el espectro económico.
Para Mondaca (2014), el cuerpo femenino se relaciona directamente con la narcocultura como una forma de sometimiento. Las mujeres son mostradas como trofeo, el cual se debe presumir ante la sociedad. De allí deviene una serie estilos, formas y estéticas específicas expresadas en cirugías plásticas, maquillaje, peinado, vestidos o tacones. La autora menciona que la narcocultura se apropia del espacio simbólico-social y vincula las expresiones propias del narcotráfico con la cultura dominante.
En el caso de Becerra y Hernández (2019), la narcocultura representa poder y permite, a partir del consumo sobre todo de la música y las series televisivas, una perspectiva del éxito, el triunfo rápido, el respeto y un posicionamiento en la escala y clase social.
Para efectos de este trabajo se toma de referencia el concepto de Hernández (2019, p. 22) sobre narcocultura, esta es entendida como:
Un conjunto de prácticas, consumos, expresiones, narrativas, códigos, conductas, símbolos y significaciones ligadas al narcomundo, que representan no sólo el estilo de vida, sucesos y acontecimientos de quienes están fuera de la ley, sino también una serie de significados y relaciones que impactan socialmente en el imaginario individual y colectivo a partir de contextos y procesos sociohistóricos específicos.
Thompson (2002) analiza las formas simbólicas como un proceso, en el cual los sujetos al recibirlas, llevan tras de sí capacidades de evaluarlas, darles sentido y significado a partir de sus contextos e intereses particulares o de grupo.
En el caso del estudio simbólico de la cultura, se rescata el concepto de Hernández (2019, p. 23) sobre las formas simbólicas de la narcocultura:
Son acciones, objetos, códigos o expresiones culturales que a través de la reproducción, difusión y consumo son producidas, transmitidas y recibidas para dar a conocer experiencias, acontecimientos, concepciones y creencias del mundo narco, dotando a las personas de una serie de significaciones en contextos y procesos sociohistóricos específicos.
EL MÉTODO
La investigación tiene un enfoque cualitativo, de corte descriptivo y explicativo. Ello permite obtener las características generales de la población y los procesos políticos, sociales y culturales en los contextos específicos.
Para Hernández Sampieri (2001) y Álvarez (2003), la investigación descriptiva permite conocer costumbres, tradiciones, situaciones y actitudes de los sujetos a investigar. Además, para comprender el significado de los fenómenos, se estableció el enfoque interpretativo que rescata la experiencia humana y profundiza en la necesidad de comprensión de significados de los diversos fenómenos sociales.
Se ha elegido la fenomenología en la fase relacional, del cual se afirma la vinculación de la experiencia vivida de los seres humanos y con la de los objetos, personas, sucesos y situaciones (Álvarez, 2003). Debido a lo delicado del tema y que en algunos casos los jóvenes han sido víctimas de criminalización o relacionados con los grupos del narcotráfico, la selección de jóvenes fue mediante la técnica de bola de nieve, lo que permitió un acercamiento de confianza y respeto. Para superar los obstáculos de estudiar poblaciones ocultas como adictos o enfermos de VIH, tratas de blancas, narcotraficantes, pandilleros o mujeres que sufren violencia, se propone utilizar la técnica bola de nieve, en donde se contacta a una o dos personas y estas le llevan a toda una red “otros como yo” de informantes (Van Meter, 1986), (Atkinson & Flint, 2001). La técnica bola de nieve permite conocer características de poblaciones o grupos sociales, sus relaciones y los espacios de socialidad de los cuales se tiene carencia de datos previos (Alloatti, 2014).
Los criterios de inclusión se centraron en edad, contexto en el que se desarrollan (estudio, trabajo o residencia en el municipio de Xalisco) y, por último, el gusto por los elementos que componen la narcocultura. Se seleccionaron jóvenes estudiantes que gustan de los productos de la narcocultura, en rangos de edad de 15 a 24 años. Se definió uno de los contextos más violentos del Estado de Nayarit, la localidad de Pantanal y su cabecera municipal Xalisco. En dicho territorio se seleccionó el Centro Bachillerato Tecnológico Agropecuario 244 y la Universidad Tecnológica de Nayarit,
ubicados en dicho municipio como espacio de socialidad de jóvenes que gustan de la narcocultura. Se excluyeron jóvenes que no viven o estudian en el municipio de Xalisco, también fueron excluidos los jóvenes que tienen poco o nulo contacto con los productos de la narcocultura. Se tuvo contacto por fuera de las instituciones educativas lo que Alloatti (2014) señala como gatekeeper que funciona como el vínculo a los demás informantes.
Se pidió permiso a las autoridades educativas para el acceso sobre todo en el bachillerato. Posteriormente, se dio el consentimiento por parte de los informantes detallando la finalidad del estudio, sus objetivos y cuidando la confidencialidad de la información. Además, se mantuvo el anonimato de los entrevistados con el objeto de que se sintieran cómodos, debido a lo delicado del tema ya que algunos de ellos habían participado en el narcotráfico o tenido experiencias de hostigamiento o acoso por parte de estos.
Las entrevistas semiestructuradas permitieron caracterizar los productos de la narcocultura y analizar la significación e imaginarios de los entrevistados con respecto a la actividad y personajes del mundo narco. Para ello se utilizó el análisis de discurso, Hall (2010) menciona que las culturales nacionales, dan identidad y lealtad muchas de las veces construidas a partir de un discurso, este pude ser imaginario con el objetivo de ir unificando ideas, criterios y valores entre la población, también se van creando mitos los cuales la gente les crea identidad en una región determinada. El lenguaje se vuelve indispensable para cohesionar los elementos culturales en la sociedad, este pasa por dos niveles, por un lado, las representaciones mentales en el cual se va reflejando el mundo, y en segundo momento la relación de este con los objetos o cuestiones abstractas. Hall (2010) advierte que las relaciones que se establecen en este sentido se llaman sistema de representación, por tanto, el lenguaje forma parte del sistema de representación que construye sentido. Se van significando a partir de la construcción de signos, estos a su vez crean conceptos que se socializan, haciendo que las cosas signifiquen. Para ello se ocupa no solo estudiar el significado, sino también el significante y estos serán determinados a partir de nuestros códigos culturales.
Van Dijk (1980) menciona que el lenguaje está ligado a la construcción de ideología, ésta se relaciona con los aspectos más importantes de la vida social como lo es la escuela, la cultura, la religión, la política o el arte. La ideología y el lenguaje mantienen una doble función, una es la información contenida, y la otra es la información procesada en el receptor a partir de ideas, opiniones, valores y comportamientos. Las diversas respuestas de los jóvenes fueron esquematizadas a partir de la organización de los productos de la narcocultura. Se presenta las Formas Simbólicas de la Narcocultura como categoría de análisis para comprender el significado, imaginarios y comportamientos de los entrevistados con respecto al tema. La forma de registro de datos fue mediante una grabadora y el procesamiento de los mismos fue en tablas de procesador de Word que permitió identificar, ideas, valores, opiniones y comportamientos de los entrevistados a partir del elemento cultural.
RESULTADOS
El estudio se desarrolló en el Pacífico mexicano, específicamente en el estado de Nayarit, que cuenta con una población de más de 1 millón de personas (INEGI, 2015). Nayarit tiene relación cultural con el estado de Sinaloa, debido a que geográficamente son vecinos y, por tanto, existe una influencia de las producciones culturales que tienen que ver con el tráfico de drogas.
El estudio se realizó en el marco de una continua guerra contra el narcotráfico, diseñada desde la Casa Blanca e impulsada por el expresidente Felipe Calderón (2006-2012), Enrique Peña Nieto (2012-2018) y Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), que ha dejado un saldo de más de 350 mil muertes y 72 mil desaparecidos (Pardo & Iñigo, 2021). La guerra no solo multiplicó los muertos, sino también la cantidad de organizaciones que operan en el territorio pasando de 20 en el 2006 a cerca de 200; dicha actividad genera entre 800 mil y un millón empleos directos e indirectos con ganancias que superan los 39 mil millones de dólares anualmente (Flores, 2018).
El estudio se realiza en un contexto de conflicto, con una actividad y tradición cultural del narcotráfico. Pantanal, Xalisco en Nayarit cuenta con 3 mil 200 habitantes (INEGI, 2019), dicho poblado tiene una tradición narco de más de 30 años en la región. Sus habitantes sobre todo jóvenes, migran a ciudades de los Estados Unidos, más específicamente a las Vegas, Nevada. En la actualidad existen alrededor de 100 personas originarias de este poblado que participan en grupos del narcotráfico en los Estados Unidos realizando diversas actividades, venta de drogas, vigilantes de casa o “halcones” (termino conocido a los vigilantes de espacios públicos) o empleados domésticos de casas de seguridad (Hernández, 2019).
En Pantanal, las plantaciones de caña han sido utilizadas para enterrar cuerpos de civiles o miembros de grupos antagónicos en la región “la prensa les comenzó a llamar narcofosas. En enero del 2018, se encontraron en sólo 4 días, 33 narcofosas, la mayoría de los 140 cuerpos enterrados, eran personas desaparecidas en el 2017” (Hernández, 2019, pag 87). Ello da muestra del contexto de violencia y tragedia en el cual se vive en esta parte de Nayarit.
MÚSICA
Bajo este contexto, los jóvenes crecen con la cotidianidad de la violencia, a su vez las producciones culturales nacionales o locales reflejan parte de la realidad, contando historias de conflictos, tragedias o historias de éxito. En el caso de los corridos:
Tienen de principios del siglo XX, eran utilizados para narrar historias y acontecimientos en torno a las actividades y sucesos políticos y sociales de la época pre y post revolucionaria. En el siglo XX el corrido, sobre todo ligado a acontecimientos del tráfico de droga, comienza a ganar terreno en la década de los 70s con diversos grupos del género norteño (Hernández, 2019, pag 131).
Existen 4 tipos de corridos: el “arremangado” que habla sobre alcohol, drogas, fiestas y mujeres. El corrido “clásico” de los años 70 y 80, relata acontecimientos del trasiego de droga, tragedias o éxitos a hacia los Estados Unidos; el corrido “enfermo o sanguinario”, explicita la violencia del narcotráfico mediante sus letras, y por último los “corridos verdes” que hablan sobre la producción y consumo de la mariguana (Hernández, 2019).
Para los entrevistados, las temáticas sanguinarias que los grupos musicales utilizan, sólo lo hacen para llamar la atención, pero por otro lado para ganar fama y mostrar parte de la crueldad que se vive en el negocio del narcotráfico.
Según los jóvenes entrevistados, las agrupaciones musicales buscan nombres llamativos, como: Calibre 50, Komander, la Nueva Clika, Armani Norteño, Impacto Violento, Nueva Sentencia, Fuerza Imperial, Nueva Era, Alta Gerencia, Legión 380, Zona de Arranque, Último Legado, Nueva Línea, entre otros, proponen imaginarios de violencia, poder, respeto o la idea empresarial del narcotráfico.
El entrevistado 2 menciona que la fama de los artistas es por la relación que tienen con los grupos del narcotráfico de los cuales mantienen una línea directa: Bueno, yo creo que porque le quieren dar más fama y más fama al que está cantando la canción. Ah mira éste, como el Komander empezó a hablar y ve ahorita ya no se escucha porque lo amenazaron de muerte, diciendo cosas que no son ciertas (Entrevista 2, 15 de febrero de 2018).
En ese sentido, el entrevistado 5 comenta que las agrupaciones musicales cada día se vuelven más descaradas, en cuanto a que destapan nombres, grupos, y acontecimientos que solo las personas vinculadas al narcotráfico o al Gobierno conocen.
La gente con escuchar un corrido y ver una serie, se mete a las noticias y dice ah te das cuenta que lo que pasó en el corrido, si pasó con el narcotraficante que andaban buscando (Entrevista 5. 18 de abril de 2018).
En el caso del entrevistado 9, reconoce que las letras de las canciones son violentas, sin embargo, menciona que le gusta por las melodías: Pues de principio más bien fue el ritmo, de cómo tocaban los instrumentos, el sonido del acordeón y ya después nos fuimos ubicando más a la letra, y pues ya no nos gustó mucho porque la letra era mucha violencia para unos muchachos de 13 o 14 años (Entrevista 9. 14 de marzo de 2019).
El Estado mexicano se ha caracterizado por violentar comunidades sobre todo indígenas y campesinas, algunos de los corridos hablan sobre estas acciones. Aunado a ello, grupos del narcotráfico se protegen con la población en ausencia del Estado (Duncan, 2015). En ese sentido agrupaciones rescatan la idea de la figura fuera de la Ley, tanto de los capos como de los grupos del narcotráfico que ayudan de manera directa a la población y teniendo como enemigo al Estado.
El entrevistado 1 menciona que los grupos del narcotráfico llevan despensa o apoyan con la construcción de la plaza del pueblo, o meten el agua potable y otros servicios que el Estado no ha hecho (Entrevista 1, 17 de diciembre del 2017). Ante estas acciones, se reconfiguran los elementos simbólicos como la “empatía” en la población respecto a los grupos del narcotráfico, sin embargo, hay que señalar que una cosa es la ayuda que pueden aportar y otro la violencia que se genera.
El entrevistado 2 menciona que, a partir de estas acciones, el narcotráfico va ganando fama y simpatía: “Desgraciadamente el narco ya es más famoso que el Gobierno, ya le tienen más respeto al narco que al Gobierno” (Entrevista 2. 15 de febrero de 2018).
La tragedia en los corridos se encuentra presente. Ante la adversidad que implica la producción o el trasiego de droga, las historias de éxito son descritas en corridos o producidas en la televisión. Sin embargo, las historias de tragedia están relacionadas a la muerte o la cárcel. La tragedia es el precio que se tiene que correr para ser alguien en la vida y ser exitosos, comenta el entrevistado 5, cuando hace mención de sus amigos que en varias ocasiones presumían sus carros nuevos o su actividad delictiva. (Entrevista 5, 18 de marzo del 2018). Menciona, además, que algunos de los jóvenes ven en los artistas y los comportamientos en cámara, el poder y la riqueza sobre todo cuando salen en carros lujosos, fiestas con mujeres, alcohol y drogas.
Otra de las significaciones para los jóvenes tiene que ver con la adecuación del corrido a partir de la violencia y el contexto en que se vive. Menciona el entrevistado 4, que las producciones musicales han cambiado porque también lo ha hecho el narcotráfico, en el sentido que se han perdido antiguos valores como la honestidad, el respeto o la integridad con la que se construía al capo mexicano. Menciona también un código que se perdió, era el de nunca meterse con las familias de los grupos rivales (Entrevista 4, 16 de abril del 2018).
Se vinculan estas acciones con las temáticas sanguinarias de los corridos, la música cambió porque aumentó el modo de matar, señala que es a través de las notas periodísticas, quienes aumentando el morbo recrean estos escenarios y redimensionan la violencia en las pantallas o los móviles. Diversos canales o blogs especializados en el tema, presentan los cuerpos cercenados sin censura, los cuales todo aquel que tenga un celular y conexión a internet puede presenciar.
Para el entrevistado 4, la música ayudó a naturalizar el contexto: “Todas las cosas que se ven, todas las atrocidades que son realidad como el secuestro, la tortura, la gente lo normaliza, ya no lo ve como antes lo veíamos” (Entrevista 4. 16 de abril de 2018).
Los jóvenes explican que los corridos se hacen para dar cuenta de lo que el Gobierno no quiere que la población se entere. Diversas canciones rescatan la idea de éxito, poder o riqueza que mediante el narcotráfico lo pudieron obtener. Estas formas simbólicas son producidas en las canciones y los jóvenes las utilizan a manera de habitus cuando interactúan con otros grupos, asisten a fiestas o comparten el espacio público.
Mencionan que existe una identificación sobre todo con la vida de pobreza y que, con base al esfuerzo, el arrojo o la valentía llegaron a ser alguien en el mundo del narcotráfico. Este elemento simbólico es rescatado para construir la mitificación del capo y la construcción simbólica del personaje exitoso.
Para el entrevistado 4, son los artistas quienes describen las historias de éxito de la vida del narcotráfico:
Por ejemplo, ahorita se está escuchando mucho a un músico que canta feo, sus canciones son horribles, se llama el Fantasma, pero tiene una canción que dice algo así como que “cuando yo era pequeño tuve carencias, pero nunca supe cuáles”, esa frase me gusta (Entrevista 4. 16 de abril de 2018).
Para el entrevistado 6, los corridos representan las humillaciones que pueden tener las personas de escasos recursos, pero que ésta cambia por respeto, al tener dinero, poder y una vida llena de lujos, producto del trabajo duro y el sacrificio de muchas cosas. (Entrevista 6, 13 de marzo del 2019). De igual manera, el entrevistado 8 rescata la manera en que se han superado diversos personajes del narcotráfico y la forma en que han sufrido para llegar donde están ahora (Entrevista 8, 13 de marzo del 2019).
El entrevistado 9 menciona que los corridos han cambiado, “antes se basaban más en los acontecimientos, ahora lo hacen más al capo.” Para él la figura del Chapo Guzmán representa esfuerzo, poder, respeto, fama, éxito y reconocimiento, y que ejemplifica que se puede salir de pobre con mucho esfuerzo, trabajo, sacrificio y sobre todo inteligencia.
El entrevistado 7 menciona que jóvenes quieren ser como el Chapo, quieren sentirse como jefes, tener poder, tener dinero, vivir lleno de lujos. Rescata el valor y la inteligencia de los personajes del narco y la ambición que tuvieron (Entrevista 7, 14 de marzo de 2019).
Los jóvenes entienden que la actividad del narcotráfico está llena de peligros e historias de tragedia. Los corridos sólo reflejan una parte de la realidad que se vive, sin embargo, en el caso del entrevistado 1, quien se ha relacionado con grupos del narcotráfico, comenta que estar adentro es peor que una pesadilla, no se puede dormir y “estás siempre en vigilo porque piensas que te van a matar” (Entrevista 1, 17 de diciembre del 2017).
MODA
La moda es uno de los componentes característicos de la narcocultura. Se puede diferenciar la moda campirana caracterizada con camisa a cuadros, sombrero y botas estilo cowboy. Sin embargo, en los últimos años, la moda ha cambiado, algunos de los artistas se muestran portando lentes, gorras, camisas con piedras incrustadas o tipo Polo, tenis, rosarios y una bolsa llamada “mariconera”. La vestimenta forma un elemento distintivo con respecto a otros grupos, es la particularización de un tipo de consumo, genera identidad, cohesión y distinción (Hernández, 2019).
Existen diversos significados sobre el uso de prendas, o accesorios. El entrevistado 4 menciona que una vez que llegó el movimiento alterado y los corridos, pasó un fenómeno en las escuelas, que los jóvenes pasaron de ser emos a vestirse como los artistas que cantaban corridos.
Se vino la moda de las gorras Ed Hardy, tus pantalones, la moda de andar pisteando Buchanas, pasó a ser un corrido más fresa, con tus tenis, tus pantalones entubados y así es como andan muchos y actualmente son consumidores del género norteño (Entrevista 4. 16 de abril de 2018).
En el caso del entrevistado 6, este gusta de la ropa floja cuando va a una fiesta (entrevista 6. 13 de marzo del 2019). Mientras, el entrevistado 10 menciona que no ve diferencias en el uso de la ropa de entre quienes escuchan corridos y los que no lo hacen (Entrevista 10. 14 de marzo del 2019).
El entrevistado 7 menciona que, en su infancia, sus papás lo vestían estilo campirano, pero cuando comenzó a ir a fiestas, su estilo fue más casual, con camisas polo, tenis y gorras (entrevista 7, 14 de marzo 2019).
La significación de algunos accesorios se les puede relacionar directamente con las actividades del narcotráfico. Las formas simbólicas que representan son poder, seguridad, identidad, trasgresión o protección.
Para Hernández (2019), a las llamadas mariconeras se les relaciona con el mundo del narcotráfico, ya que son utilizadas para trasportar droga, armas o cantidades de dinero. El entrevistado 5 menciona que:
Se decía en las colonias que el que portaba la mariconera era el que portaba las pequeñas porciones de droga y que era más fácil pasar la droga y pasaba un carro o un taxi y ahí guardabas el dinero, era una herramienta muy útil y fácil de manipular (Entrevista 5, 18 de abril de 2018).
El testimonio 6 coincide que la mariconera es la manera de relacionarse con el mundo del narcotráfico “porque es una facilidad para los narquillos pesados, yo he visto que traen una pistola, dinero o un radio, pues yo digo que, para lo mismo, para tener igual facilidad de traer dinero más a la mano” (entrevista 6, 13 de marzo de 2019). Menciona, además, que el comportamiento de los jóvenes al parecerse a los narcos, es para darles poder y respeto con relación a otros. En el caso de la gorra para la entrevista 6 significa seguridad, ésta puede ser usada en fiestas y en ella esconde su mirada sobre todo en espacios públicos (entrevista 6. 13 de marzo del 2019).
Algunos accesorios como la gorra, la mariconera y la ropa les significan identidad de grupo, poder, seguridad y distinción respecto a otros. Para los jóvenes el uso de la gorra o los lentes implica que no se les vea los ojos, ni a donde están mirando. En el caso de los rosarios están ligados a prácticas religiosas, que cabe decir, dentro de la narcocultura son de importancia para diversas personas. Existen diversos símbolos como la Santa Muerte, Malverde el llamado Santo de los narcos o San Judas Tadeo que se relacionan con el narcomundo.
RELIGIÓN
Las prácticas de carácter religioso caracterizan un aspecto importante de la narcocultura. En ella se encuentran una serie de mitos, leyendas y creencias que dotan de elementos simbólicos como el éxito, la seguridad, la paz, incluso una buena muerte. Existen diversas figuras ligadas al narcomundo, entre las que se encuentran “La Santa Muerte”, “San Chapo”, “Malverde”, “San Nazario” y “San Judas Tadeo”, que toman presencia a partir de contextos e historias particulares:
Accesorios religiosos que llevan consigo; se puede observar escapularios, rosarios, cadenas con la imagen de Malverde o de la “santita” como le llaman los jóvenes, incluso los tatuajes sobre todo de la Santa Muerte o San Judas van significando nuevas prácticas religiosas y culturales entre la población juvenil (Hernández, 2019).
Los jóvenes pueden ser influenciados por otros o por su misma familia, que practica las mismas creencias. Las formas simbólicas que representan estos elementos religiosos son compromiso, paz, fortaleza, seguridad, pero también en el caso de los grupos del narcotráfico representan una buena muerte o venganza.
El entrevistado 2 menciona sobre la Santa Muerte: Mira, tengo un amigo que su papá es narco, es muy conocido, y cada vez que voy a su casa, bueno ahorita no porque ya no vive aquí, bueno, yo tengo una virgen María y ellos tenían la Santa Muerte, y allí tenían fotos, de lo de que me acuerdo y tenían dinero, yo siento que hasta como 20 mil pesos tenían allí…Pues nunca me dijeron, pero sí por allí escuché que la Santa Muerte te hace milagros, es la que se encarga de llevarte. Dios te trajo al mundo, la Santa Muerte es la que te lleva, no sé qué milagros haga, pero pues la mayoría de los narcos, tengo amigos, tenía porque la mayoría ya se murieron, pero si ellos creen en la Santa Muerte, no tienen a Jesucristo, tienen a la Santa Muerte (Entrevista 2, 15 de febrero de 2018).
Es necesario mencionar que las prácticas religiosas no necesariamente se deben vincular a las del narcotráfico, quienes la practican construyen ideas y valores entorno a figuras y símbolos. Para el entrevistado 2, la Santa Muerte le significa en el mismo grado que Dios:
Mi abuelita cree en la Santa Muerte, ella no está metida en el narco, pero cree, anillos de oro de la Santa Muerte; ella creía mucho en ella, y yo siento y lo veo que desde que falleció mi tío, ella dejó de creer en la Santa muerte. Dicen que los que son creyentes de la Santa Muerte, hay veces que venden el alma a la Santa Muerte, tú le pides algo o le rezas, y te lo cumple y dicen no sé si sea verdad, que si ella te pide un favor y no se lo haces, te va a llevar a alguien de tu familia (Entrevista 2, 15 de febrero de 2018).
El entrevistado 5 considera que son los artistas los que promueven dichas prácticas religiosas, ya que ellos utilizan dichas imágenes en cadenas de oro con diamantes, aunque es incrédulo ya que menciona también que, tanto a los artistas como a los narcos, les pasan cosas malas como la cárcel o la muerte (Entrevista 5. 18 de marzo del 2018).
Para el entrevistado 4, su relación con los “narcosantos” ha sido a través de la música. Identifica a San Judas Tadeo del cual lo relaciona con el éxito, y a la Santa Muerte con el festejo del día de los muertos. Si los narcocorridos hablan de alguna figura religiosa, no propiamente lo toman de los narcocorridos, sino más bien es más cultura completamente mexicana (Entrevista 4, 16 de abril del 2018).
Al entrevistado 8, quien porta un rosario, le significa paz, tranquilidad y que todo estará bien en el futuro inmediato, de igual manera las figuras de Jesucristo o la Virgen de Guadalupe las relaciona con las producciones musicales que dotan de paz, seguridad y éxito.
El entrevistado 9 menciona que los símbolos religiosos ligados al narcotráfico, tienen un gran valor en hacer valer la palabra. Para él, si se le pide a la Santa Muerte se le tiene que entregar algo a cambio, afirma que así trabaja la Santa Muerte, en ocasiones es la muerte de algún amigo o familiar. Para el entrevistado, muchos artistas piden fama y dinero, y que por ello sus vidas han sido trágicas, dado que la Santa Muerte les pide algo a cambio:
Todos los narcotraficantes se encomiendan a él para obtener alguna tierra donde trabajar, donde producir por ejemplo en la sierra, para producir sus propias riquezas y esa creencia se cantan, se representan en un corrido (Entrevista 9, 14 de marzo de 2019).
Las prácticas de la Santa Muerte se deben reflejar en la devoción, por ejemplo, menciona el entrevistado 7, se debe dejar licor en una especie de altar, ya sea en su casa, al igual que dinero, comida y prender una veladora para tenerla siempre presente (Entrevista 7, 14 de marzo del 2019).
Las imágenes y las prácticas religiosas ligadas al narcomundo, pueden representar éxito y riqueza. En el caso de San Judas Tadeo, los jóvenes mencionan que está relacionado a la abundancia y riqueza.
Para el entrevistado 6, los jóvenes que se encomiendan a la Santa Muerte buscan ser protegidos y tener éxito en sus diversas acciones. En el caso de la entrevista 10, se refiere a Malverde como alguien popular que es conocido gracias a los corridos y al mito que se edifica entorno a su figura.
EL NARCOTRÁFICO
Ganter (2016) entiende al narcotráfico como un fenómeno que trastoca fronteras, no solo geográficas, sino también espaciales, los cuales pasan por el tema económico producto del tráfico de drogas, pero también con la generación de estéticas, estilos de vida y formas de configurar, disponer y organizar socialmente el sentido del gusto mediante el proceso de socialización.
Ritonadale (2015) rescata el sincretismo de la posmodernidad conservadora y la cultura del narco en el marco de un contexto del capitalismo tardío, productor de pobres, migrantes, desplazados y buscadores de nuevas oportunidades de vida, que han encontrado eco en el tráfico de drogas. Reafirma la construcción simbólica de personajes literarios revalorizando la mexicanidad, la religiosidad y el vínculo de la actividad narco como referente simbólico y legitimador de violencia.
En el caso de Valenzuela (2016), los jóvenes ya no distinguen entre un policía o un sicario, y tras el cierre de proyectos de vida, el narcotráfico se presenta como opción en algunos casos:
Los jóvenes reconocen la ausencia de opciones de vida viables para ellos y se sienten excluidos del disfrute de los grandes productos y de los estilos de vida que observan en revistas, programas televisivos y propiedades de magistrados, funcionarios y miembros de la clase política. Opciones reservadas para unos cuantos, pero ellos pueden irrumpir en esos escenarios, vestir las ropas de moda, beber los licores más caros, disfrutar de las mujeres trofeo, ser reconocidos como personas respetables o por lo menos suficientemente intimidantes como para obligar a que los tomen en serio (Valenzuela, 2016, pag 26).
Para algunos jóvenes, el narcotraficante debe ser valiente, precavido y observador. La figura que más rescatan es la del Chapo Guzmán, al cual no solo la fama lo caracteriza, sino también el dinero, la astucia y el poder. Explican que algunos personajes del narcotráfico pagan para que se les haga un corrido y cuenten historias y hazañas. Ello ha provocado que algunos artistas se vean inmiscuidos en ataques contra su integridad y que han perdido la vida como es el caso de Valentín Elizalde, Sergio Vega o Chalino Sánchez (Hernández, 2019).
Existen algunos elementos para los jóvenes que se pueden ligar con la aspiración e idealización de mejores condiciones de vida. Sin embargo, coinciden que los elementos de la narcocultura no generan en los espectadores las ganas ni la necesidad suficiente de entrar al narcotráfico. Para Thompson (2002), las formas simbólicas crean relaciones de poder, que en el caso de la narcocultura juegan a favor en contextos específicos, donde los jóvenes aparentan ser narcos en sus comportamientos respecto a otros grupos sobre todo juveniles en contextos específicos como una fiesta o el salón de clase. Pero estas relaciones de poder también juegan en contra, los jóvenes pueden ser confundidos con integrantes de algún cartel por autoridades educativas, pero sobre todo policiales o lo que es aún más grave, ser confundidos por los mismos grupos del narcotráfico, los cuales pueden atentar de manera directa contra su seguridad e integridad física.
Para el entrevistado 1, los corridos y las teleseries muestran parte de la construcción del mito del narco y la manera en que es significada por jóvenes:
Pienso que era como se podría decir, como que el narco y los corridos y todo eso lo ponían muy alto, lo miraban como un estereotipo de una persona de poder, con dinero, con mujeres, pero pues uno de niño, bueno ni tan niño ya puberto, dices ‘ah me voy a ver bien con un rosario y cosas así’. En lo personal pienso que uno de joven, lo miraba al narco como una persona poderosa, como alguien de poder, alguien que mandaba, y pues en ese entonces tú también te quieres sentir así, que eres adulto y que mandas a la gente (Entrevista 1. 17 de diciembre de 2017).
El entrevistado 1 menciona que se comportaba como narco, no traía armas ni droga, pero el simple hecho de sentirse así y que los demás lo reconocieran y respetaran, le generaba satisfacción.
Para el entrevistado 2, las ganas de sentirse narco o ingresar al narcotráfico fueron parte de la construcción de su identidad y aspiración en su adolescencia: Yo ahorita a mi edad, yo cuando estaba chiquillo, hay veces que uno dice tonterías, te lo digo porque pues yo lo veía pues bueno yo decía, hay que ser uno narco para tener lo que ellos tienen, porque mira los carros que traen, ve la riqueza, ve el dinero (Entrevista 2. 15 de febrero de 2018).
Para el entrevistado 5, la mezcla de música, alcohol y drogas en contextos específicos como una fiesta, pueden ser elementos significativos para que los jóvenes se sientan narcos o aparenten ser narcos. Menciona que es el contexto y las relaciones de amistad quienes pueden ayudarte a entrar al negocio del narcotráfico y no tanto lo que escuchas, sin embargo, rescata que la música genera emociones y alteraciones:
Es como una droga, solo con escucharlo ya te estás alterando, sintiéndote como el personaje y las personas que no lo saben controlar o que son de un grupo social y así y van en sus carros escuchando esa música y que van consumiendo alcohol, bueno, inclusive drogas, pues sí se sienten poderosos pudiera decirse, se sienten inmunes a lo que pueda pasar. Pero eso provocó muchos accidentes de tránsito, con el simple hecho de escucharlos y consumir una droga ya se sienten que las personas, ya se
sienten alucinadas y la ponen a todo volumen para llamar la atención, sí es un factor que les da poder y fuerza que no lo sacan estando normal (Entrevista 5. 18 de abril de 2018).
Para los jóvenes, el narcotráfico significa una actividad que genera riqueza, poder y lujo, pero también que destruye vidas, familias y donde la tragedia se encuentra de por medio; los entrevistados no ven en el narcotráfico su trayectoria de vida para llegar a mejorar sus condiciones sobre todo económicas. Del narcotráfico solo se rescata las historias de éxito, los jóvenes tienen presente a los personajes del narcotráfico para darse cuenta de que pueden salir de la pobreza, pero ven en el trabajo formal y no en la ilegalidad que permite el narcotráfico un camino responsable. Mencionan que, aunque se tarden más en lograr sus objetivos de vida, prefieren estudiar o trabajar que meterse al narcotráfico, porque no quieren estar muertos o en la cárcel como a muchos de los jóvenes mexicanos les pasa.
El entrevistado 1, quien estuvo un tiempo en el narcotráfico, menciona que el infierno que vivió no se lo desea a nadie, y promueve para que los jóvenes no vean en el narcotráfico una salida a su precaria vida que puedan estar viviendo. (Entrevista 1. 17 de diciembre del 2017).
CONCLUSIONES
Las diversas expresiones de la narcocultura no solo generan gustos o consumos, sino además formas simbólicas que definen el sentido y la significación del mensaje en contextos y relaciones específicas. En este sentido, los estudios sobre la narcocultura no se deben quedar en el plano descriptivo y desde la mirada del investigador. A partir de este trabajo se rescatan las Formas simbólicas de la narcocultura como una categoría para comprender el poder, el éxito, la distinción, la seguridad, el respeto o el reconocimiento desde la mirada y experiencia de los sujetos de estudio.
Cabe decir que la narcocultura se vuelve un componente que agrupa, crea identidad y cohesiona grupos, en este caso de jóvenes, a partir de generar formas de pensamiento, códigos, significados y comportamientos (Van Dijk, 1980), (Hall, 2010). Urteaga (2011) llama Socialidad a los espacios que los propios jóvenes comparten, en el cara a cara, donde fortalecen la conformación de grupo, sus reglas y códigos, su agenciamiento a partir del tiempo libre o el ocio, se puede decir entonces que la narcocultura crea relaciones de socialidad a partir del elemento cultural y fortalecido por estas formas
simbólicas descritas más arriba.
Se concluye que la imitación de los comportamientos ligados al narcotráfico, no vienen directamente de éstos, sino de los artistas, diversos jóvenes comentaron que a partir de lo que se muestra en los videos musicales o las series, se dan a la idea, la manera de vivir de los narcotraficantes.
El corrido cambió porque se modificó el modo de matar. Los corridos sanguinarios explicitaron la violencia porque el contexto fue modificando las relaciones y formas de matar entre los grupos rivales, las escenas de descabezados, colgados o desollados fueron presentadas tal cual en letras explicitas por diversos grupos como Buknas de Culiacán, que en uno de sus estribillos menciona “cortando cabezas al que se atraviesa, nos gusta matar”. Se concluye que es la actividad del narcotráfico, la relación de corrupción con el Gobierno y la disputa de territorios y mercado de la droga lo que provoca las ejecuciones, no las expresiones culturales; estas son el reflejo de su propio contexto.
La superación de dificultades y las vidas precarias como lo menciona Valenzuela (2016) se ve recompensada con la vida de lujos, poder, dinero, mujeres que se presentan en los corridos. Para los jóvenes, las formas simbólicas de éxito, pero sobre del trabajo duro, son lo que llama la atención en las diversas producciones artísticas. Existe una identificación en el consumo de la moda sobre todo de los artistas.
Por otro lado, las significaciones varían de acuerdo a relaciones y contextos, por ejemplo, el uso de la gorra como significado de seguridad. En el caso de la llamada “mariconera” representa poder, distinción o seguridad, aunque para los jóvenes este artículo se relaciona de manera directa con los distribuidores de droga y no con artistas. Diversos accesorios de imitación como el reloj o el rosario de oro, pueden ser objetos que otorgan distinción y poder en el caso del reloj y religiosidad, seguridad y paz en el caso del rosario.
El contexto de violencia y las prácticas religiosas se mezcla con la idiosincrasia popular mexicana, en la cual confluyen o convergen elementos simbólicos relacionados al narcomundo, como es el caso de la Santa Muerte, San Judas Tadeo o Malverde. Sin embargo, otras expresiones como San Chapo (El Heraldo, 2019) o San Nazario se hacen presentes uno en Sinaloa y el otro en el estado de Michoacán, partiendo de contextos específicos a quienes se les piden éxito, seguridad o fortuna.
En el caso de los jóvenes, solo algunos de los entrevistados mencionaron tener dichas prácticas y creencias, sin embargo, fue a partir de relacionarse con escenarios violentos y donde estuvo en peligro la vida, que modificaron su perspectiva y practica simbólico-religiosa (Entrevista 1, 17 de diciembre del 2017), (Entrevista 2, 15 de febrero del 2018). Estas prácticas culturales se relacionan también con otros elementos simbólicos e imágenes tradicionales, como Jesucristo, la Virgen María o la Virgen de Guadalupe.
Se puede pensar en un referente ideológico en el cual se construye a partir de contextos de violencia y en el que los sujetos, buscan protección, paz y seguridad y encuentran espacios de interacción a partir de prácticas y comportamientos que nutren el mito de los favores y las recompensas, significando y sacralizando los símbolos del narcomundo.
Concluimos que las prácticas culturales ya descritas no condicionan el ingreso al narcotráfico, sino que más bien este depende de contextos, relaciones e intereses particulares. No debemos olvidar que muchos de los jóvenes que ingresan al narcotráfico lo hacen también de manera forzada y no porque han escuchado un corrido o visto una serie televisiva. Se coincide con lo expresado por Ritondale: “El mundo del narco representa la peor pesadilla de la posmodernidad: el caos, la disolución del estado tras su completo fracaso, la victoria del Mal sobre el Bien e, incluso, la eliminación de la frontera entre los dos, debido a las colaboraciones entre partes del Estado y la criminalidad” (Ritondale, 2015:86).
En fin, se dejan líneas abiertas para profundizar en el tema y repensar el narcomundo.
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Entrevistas
Entrevista 1 (17 de diciembre 2017) comunicación personal por autor. Tepic.
Entrevista 2 (15 de febrero del 2018) comunicación personal por autor. Tepic.
Entrevista 3 (15 de abril del 2018) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 4 (16 de abril del 2018) comunicación personal por autor. Tepic.
Entrevista 5 (18 de marzo del 2018) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 6 (13 de marzo del 2019) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 7 (13 de marzo del 2019) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 8 (14 de marzo del 2019) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 9 (14 de marzo del 2019) comunicación personal por autor. Xalisco.
Entrevista 10 (14 de marzo del 2019) comunicación personal por autor. Xalisco.